2009/03/02

La caja de herramientas del BCE

por Daniel Badía

La institución monetaria se muestra contraria a dejar el precio del dinero en el 0%, pero podría usar otras vías para reactivar la economía.

Además de un martillo y un destornillador, el Banco Central Europeo (BCE) podría tener que hacer uso de maquinaria menos tradicional para hacer frente a una de las peores crisis de la historia. El presidente de la institución, Jean Claude Trichet, se ha mostrado poco proclive a rebajar los tipos (actualmente en el 2%) hasta el 0%, tal y como ha hecho la Reserva Federal de EEUU. No obstante, en su reciente discurso incluyó la expresión «at the moment» o «por el momento», para cubrirse las espaldas por si se vieran forzados a llegar a esa situación. El mercado descuenta otra rebaja del precio del dinero de medio punto, hasta el 1,5%, para el encuentro de este jueves.

Trichet y otros miembros del consejo han dejado entrever que existen otras alternativas a las rebajas de tipos para reactivar la economía, lo que ha despertado cierta especulación sobre la posibilidad de que el BCE amplíe su caja de herramientas y utilice vías no tradicionales para atajar la crisis, lo que en los círculos financieros se conoce como non standard tools (herramientas no estándar). El presidente del BCE recordó que ya ha aplicado algunas de estas alternativas, como prestar a la banca toda la liquidez que le pide tanto en euros como en dólares, algo que para Julian Callow, economista jefe de Barclays Capital, «ha sido efectivo para rebajar los tipos del euribor a sus diferentes plazos, que es el principal foco de atención en estos momentos para el BCE».

Alternativas no tradicionales
Sin embargo, el mercado interbancario está lejos de volver a la normalidad y su funcionamiento es esencial para la reactivación de una economía en caída libre. José Luis Alzola, miembro de The Observatory Group, apunta al riesgo de que «la banca racione el crédito más allá de lo que aconseja la prudencia lógica en una fase de recesión», ante lo que el BCE debería adoptar una política monetaria «no convencional porque la situación no se solucionaría dejando los tipos al 0%».

Entre las herramientas no tradicionales que podría usar el BCE se encuentran las denominadas qualitative easing, donde se incluirían estas inyecciones de liquidez en el sistema, y las quantitative easing, como la compra de activos con más riesgo por parte de la institución monetaria. En general, el banco emisor busca ampliar su balance para que el dinero que se preste pueda llegar directamente a banca, empresas y familias.

Por un lado, se baraja la posibilidad de que el BCE compre deuda pública de los estados. Sin embargo, tal y como apunta Antonio Villarroya, estratega de Merrill Lynch, «el problema sería de qué nacionalidad tendrían que ser esos bonos (italianos, españoles...)». Y más cuando los diferenciales de rentabilidad entre estos países se han ampliado con el huracán financiero. El de España con respecto a Alemania, por ejemplo, acaricia máximos desde 1997.

Jüergen Michels, economista jefe de Citi, propone una solución: el BCE debería comprar deuda, ya sea corporativa, de gobiernos o hipotecaria, haciendo un combinado al 50% entre la población y el peso en la economía de los 16 países de la eurozona. La compra directa de deuda corporativa, es decir, emitida por las empresas no financieras, sería otra manera de hacer llegar la liquidez directamente. «Se trata de préstamos directos a empresas con dificultades de financiación en el mercado», apunta Javier Andrés, profesor de economía de la Universidad de Valencia, aunque recuerda que «el BCE aumentaría el riesgo del balance comprando activos menos seguros».

A su vez, el BCEpodría presionar a los gobiernos europeos para que realizaran una emisión conjunta de bonos, a través una única institución europea. Esto facilitaría el trabajo al BCE porque podría comprar un tipo de deuda que ya engloba los intereses de los países de la eurozona, sin entrar en polémicas sobre qué porción compra a cada uno. Sin embargo, según los expertos de Goldman Sachs, «un bono común de la eurozona sería una buena idea, pero con problemas técnicos». Los expertos del banco estadounidense explican que se crearía el bono más liquido del mundo y se abaratarían los costes de financiación.

Pero, «sólo sería aceptado por los países con un mejor ráting si la estructura del bono velara por sus intereses y, a su vez, se diseñaran marcos fiscales mucho más estrictos para evitar un riesgo moral». Por otro lado, «no se descarta que el propio BCE terminara emitiendo papel público para ampliar balance, como ha hecho ya el Banco de Suiza, donde parece que está funcionando», apunta José Luis Martínez, estratega en España de Citi. El mismo experto considera que la intitución monetaria «también podría actuar como contraparte en los préstamos entre entidades, garantizando el riesgo».

Entre las medidas que recordó Trichet, que ya se han aplicado para reactivar la economía, y que forman parte de su forma de actuar habitual, se encuentra la barra libre de liquidez. El BCE anunció esta nueva vía en octubre, que, en el caso de los préstamos en euros, finaliza ya este mes, aunque se podría alargar en el tiempo. La institución ofrece fondos ilimitados en sus subastas rutinarias a todos los bancos comerciales que lo soliciten, a cambio de una tasa fija que coincide con el tipo de interés oficial. Las inyecciones se suelen hacer a un plazo máximo de 6 meses, por lo que los expertos ven como una alternativa útil el alargamiento de estos préstamos al sector financiero.

Fuente: Expansión