2009/03/06

Dos bancos centrales, una única respuesta

por Editorial. Financial Times

Los comités del Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo encargados de fijar los tipos de interés se reunieron el jueves. Ambos afrontan crisis económicas similares, pero ofrecieron respuestas muy distintas a los problemas que se les presentan. El banco central británico está actuando en proporción a la severidad de la crisis. Las medidas de la autoridad monetaria de la eurozona son demasiado escasas.


La economía británica aún se muestra apagada y renqueante. La producción cayó un 1,5% en el cuarto trimestre y el desempleo se está acelerando. La tasa anual de inflación se sitúa en la actualidad en el 3% –y cayendo–. El banco hace bien en preocuparse por impedir que la caída de los precios acabe consolidándose en deflación.

El jueves, el Banco de Inglaterra recortó los tipos de interés en 50 puntos básicos hasta el 0,5%: ha recortado un total de 450 puntos básicos en los últimos seis meses. Pero, con los bancos congelados, los tipos de interés son una palanca sin apenas influencia. Reducir el coste de los créditos ayuda en poco a los prestatarios cuando las entidades crediticias disponen de tan poca financiación.

Pese a la agresiva reducción, el suministro de dinero para las empresas no financieras ha caído de forma espectacular y las condiciones de crédito para los hogares se han endurecido. En consecuencia, el banco hace lo correcto al recurrir a medidas poco convencionales. El comité de política monetaria ha decidido iniciar una “relajación cuantitativa”. Creará reservas con las que comprar, en primera instancia, 75.000 millones de libras (84.294 millones de euros) de papel del Estado y bonos corporativos.

Este proceso se conoce coloquialmente como “imprimir dinero”. Pero, en realidad, el dinero se creará de forma electrónica –la forma que adopta diariamente dentro de los bancos centrales mundiales–. La diferencia entre la relajación cuantitativa y la política monetaria convencional es que en lugar de establecer los del crédito, los bancos centrales usan sus herramientas para incrementar el suministro de dinero. El sistema financiero aún ha de ser reparado pero la relajación ayuda a suavizar las condiciones de crédito y liquidez de forma directa.

El banco aumentará el suministro de dinero cuando admita libremente que no sabe cuáles son los efectos multiplicadores que existen entre el suministro de dinero y la producción. Experimentará. Pero si bien las alusiones a las divisas devaluadas de la Alemania de Weimar y de la moderna Zimbabwe son habituales, son erróneas. La relajación cuantitativa no generará hiperinflación. La inflación es en la actualidad demasiado baja, y el nuevo dinero se puede destruir con extrema rapidez.

El BCE, también, está al cargo de un área sumida en una seria recesión. Él tampoco consigue su objetivo de inflación, y no hay en marcha ninguna medida fiscal significativa para sostener suficientemente la demanda. También debería estar implementando reducciones cuantitativas. Pero la autoridad de la eurozona decidió llevar a cabo una reducción de 50 puntos básicos hasta el 1,5%, y no más.

Al BCE se le presenta una labor más complicada que al Banco de Inglaterra: supervisa 16 jurisdicciones. ¿Qué bonos gubernamentales compraría? ¿Y de qué bancos? En cualquier caso, son dificultades políticas que el BCE puede –y debe– superar. Cuanto más tarde, mayores y menos convencionales serán las medidas que habrá de tomar. No puede esperar que esta recesión desaparezca por sí sola. El BCE debe afrontar la crisis.

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