2009/03/16

Estabilizar la banca con lógica financiera

por Expansión

La normalización del sistema financiero sigue siendo prioritaria para evitar un mayor deterioro de la economía real y plantar la semilla de la recuperación. Para ello es necesario aplicar las lecciones extraídas de la crisis.

La primera, que las medidas adoptadas por los gobiernos no han bastado para sanear el sistema, purgarlo de activos tóxicos y devolver la confianza a los mercados, por lo que es imprescindible que las autoridades revalúen sus decisiones y redefinan su estrategia. Veinte meses después del estallido de la crisis no puede haber lugar a la improvisación ni a los tiros errados.

Esto no quiere decir que las medidas impulsadas hasta la fecha hayan sido ineficaces –probablemente sin ellas, el deterioro hubiera sido mayor–, pero sí que es necesario atacar los males desde su raíz. Ello implicará ahondar en la reconversión del sector y en su inaplazable saneamiento. Será una labor ardua, prolongada y dolorosa, que se saldará, probablemente, con el achicamiento del sector y la reducción de su número de agentes.

La experiencia de los últimos meses demuestra que la receta de intentar salvar a todos, propiciando movimientos de concentración ajenos a los criterios empresariales, puede resultar a la postre peor que la enfermedad. Los problemas de Bank of America para digerir las multimillonarias pérdidas de Merrill Lynch, o la nacionalización de Lloyd’s tras sucumbir al peso de la absorción de HBOS, evidencian que las operaciones de rescate indiscriminadas pueden agravar la crisis al desestabilizar a los bancos sanos sin solventar los problemas de los enfermos.

El sistema financiero está seguramente abocado a la consolidación, pero si se pretende que ese proceso sea eficaz, habrá de regirse únicamente por criterios técnicos y financieros, de modo que la fusión de dos entidades no se traduzca en un problema de mayor envergadura. En España, donde el avance de la morosidad y el crash inmobiliario ya han activado las alarmas, las fusiones que estén por venir, especialmente entre cajas de ahorros, deberían gestionarse con rigor, más allá de las urgencias del rescate y de las motivaciones políticas.

Por desgracia, el camino abierto por la proyectada unión entre Caja Castilla-La Mancha (CCM) y Unicaja no apunta en esa dirección. Un mal comienzo. Como bien dijo hace unos días el presidente de la AEB, Miguel Martín, España no debería malgastar recursos en salvar entidades que no son viables. Sería dañino para el sistema y retrasaría aún más la recuperación.