2009/02/17

La huelga crediticia pone de manifiesto la necesidad de reformas

por Colin Mayer

La crisis crediticia ha dado paso a una huelga de créditos. Pese a las advertencias de los gobiernos, las sustanciales participaciones públicas en los bancos y el fortalecimiento de los programas de garantías de créditos, los bancos británicos se niegan a conceder préstamos a las empresas.

Mientras que en la década de 1970 fueron los sindicatos los que llevaron al país al borde del desastre, ahora son los bancos los que amenazan el futuro de la economía británica. Fue necesaria una reforma radical para solucionar los problemas del mercado laboral en Reino Unido; algo similar ocurrirá en el caso del sistema financiero para obtener una solución a largo plazo ante la actual crisis.

¿Cuál es el problema y, por qué se ha agravado tanto? ¿Es peor la situación en Reino Unido que el resto de países? ¿Qué debería hacerse al respecto? El problema es bastante evidente. Ante el grave deterioro económico, los bancos se muestran reacios a conceder préstamos a las empresas que podrían acabar siendo una carga. Si el margen de los préstamos es, por ejemplo, un 3% superior al coste de captación de fondos, sería necesaria una cancelación total de la deuda de sólo uno de cada 33 préstamos para que desaparezca el margen de beneficios sobre préstamos.

Es, por tanto, perfectamente comprensible que los bancos adopten la vieja costumbre de ofrecer un paraguas cuando hace sol y reclamarlo cuando parece que va a llover. Desgraciadamente, esta práctica empeora aún más el deterioro económico.

¿Por qué es el problema tan acusado en esta recesión? Hay dos respuestas: en primer lugar están las cuantiosas amortizaciones de los balances de los bancos, como consecuencia del colapso del crédito en el sistema financiero en su conjunto, no sólo en los préstamos de los bancos comerciales. En segundo lugar, la competencia y las políticas de competencia erradicaron los márgenes de beneficios de los préstamos bancarios.

En el pasado, los bancos podían contar con que sus clientes corporativos generaran cuantiosos beneficios cuando se recuperaran. Ahora, los márgenes son menores y los prestatarios corporativos suelen recurrir al proveedor más barato, de ahí que los bancos se enfrenten a la poco atractiva perspectiva de incurrir en pérdidas significativas a corto plazo, que no podrán compensar los beneficios que se obtengan a más largo plazo.

¿Es más crítica la situación en Reino Unido? La respuesta es sí. En el último siglo, el país ha contado con un sistema bancario poco adecuado para la financiación de la industria, incapaz de ofrecer el tipo de préstamos a largo plazo que se proporcionaban en otros países.

El motivo que explica este hecho es la ausencia de un planteamiento bancario a más largo plazo que ha caracterizado a otros sistemas financieros. Como consecuencia de esta situación, se ha producido una reticencia al rescate financiero cuando los prestatarios pasan por dificultades. El problema siempre ha estado ahí y se ha documentado debidamente, aunque hasta ahora no había llegado al punto crítico.

¿Qué debería hacerse al respecto? Existen tres posibilidades. Una es esperar a que la economía se recupere y los bancos retomen el ritmo de préstamos. Ésta perspectiva no resulta muy atractiva, ya que la huelga crediticia agrava la recesión. La segunda es nacionalizar los préstamos de una u otra forma. Esto podría hacerse mediante la suscripción completa de los préstamos bancarios o la compra de las participaciones de los accionistas privados que lógicamente no quieran asumir préstamos poco rentables.

La tercera es abordar directamente el problema subyacente e intentar crear un sistema bancario que se adapte a las necesidades del sector corporativo, sobre todo de la pequeña y mediana empresa. El problema no se limita a los préstamos bancarios. La ausencia virtual del capital riesgo en Reino Unido es un obstáculo importante a la iniciativa empresarial y es un tema que debería abordarse. El resultado de la actual crisis podría ser beneficioso, aunque sólo si los políticos se muestran dispuestos a hacer frente a los problemas fundamentales en lugar de centrarse en remedios paliativos a corto plazo.

Reino Unido es un buen ejemplo de lo que se puede conseguir y de lo que se ha conseguido. Como respuesta a una grave deficiencia financiera, en 1945 se creó la Corporación Financiera de Industria y Comercio (ICFC, en sus siglas en inglés), bajo el control del Banco de Inglaterra y de los bancos adscritos a las cámaras de compensación, para proporcionar financiación a largo plazo a las pequeñas y medianas empresas.

Los responsables de los préstamos desarrollaron un amplio conocimiento técnico más típico de un experto en capital riesgo que de un banquero y, en la década de los cincuenta, el ICFC se convirtió en el primer proveedor de capital riesgo de Reino Unido. Del concepto original de su creación, la experiencia comercial, se pueden extraer importantes lecciones sobre financiación corporativa para la situación actual de Reino Unido.

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