2009/05/11

Trichet pisa el acelerador

por Expansión

Con la previsibilidad que le caracteriza, el BCE ha recortado un cuarto de punto los tipos de interés de la eurozona, que se sitúan en un insólito 1%.

Éste será el probable suelo del precio del dinero durante un periodo de estabilidad dilatado, aunque Trichet fue ayer lo suficientemente ambiguo como para pensar que no sería descartable algún recorte adicional. Pero en realidad la importancia de esa posibilidad pasa a un segundo plano.

Con los tipos en el 1%, la perseguida reactivación del flujo crediticio hacia las empresas y las familias no depende de una rebaja en un cuarto de punto arriba o abajo. Desde esa óptica, se puede decir que los márgenes de la política monetaria están agotados.

Eso es lo que definitivamente ha llevado a Trichet a optar por las llamadas medidas no convencionales sobre las que se viene hablando desde hace meses. En cierto modo, era esperado que ampliara el plazo en las subastas de inyección de liquidez a un año, al tipo fijo del 1%.

Pero lo que realmente ha sido más llamativo es la determinación de seguir finalmente la estela de bancos centrales como la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el de Japón para comprar bonos en el mercado, en principio por valor de 60.000 millones de euros en cédulas hipotecarias, los activos más castigados por las turbulencias financieras.

Dicha cuantía representa en torno al 5% del total de este mercado, por lo que, en comparación con las compras realizadas por la Fed, puede decirse que el alcance de la medida es más cualitativo que cuantitativo. Trichet ha dejado, no obstante, para la próxima reunión de junio el detalle de cómo implementará la medida.

El BCE, decidido a introducir más dinero en la economía para dotar de liquidez al sistema financiero, revitaliza las cédulas hipotecarias, un activo que se había convertido en una herramienta fundamental para financiar el crédito que otorgan los bancos y que como consecuencia de la crisis financiera estaba prácticamente muerto.

Esto podría promover de forma apreciable la actividad crediticia. En última instancia, ésa es la finalidad perseguida, y desde ese planteamiento hay que valorar favorablemente la determinación del BCE, que favorece especialmente a la banca alemana, francesa y española.

Con la decisión de adoptar medidas excepcionales, Trichet admite que las serias dificultades que aquejan a la banca europea son a día de hoy el principal obstáculo para espolear la reactivación económica. Si se había resistido hasta ahora a transitar ese camino es por las distorsiones que puede provocar en los mercados y por el riesgo de generar tensiones inflacionistas a medio y largo plazo.

Por eso, tan trascendente como la decisión de implementar esta medidas no convencionales lo es la necesidad de cancelarlas en cuanto se aprecien signos de estabilización en el mercado bancario.