2009/05/11

China enfrenta retos de largo plazo para reactivar su economía

Por Andrew Batson

BEIJING—El agresivo plan de estímulo de China ha estabilizado su enorme economía más rápido de lo esperado. Pero el gobierno chino aún no ha realizado los cambios estructurales que el país necesita para seguir creciendo después de que agoten esos fondos. La salud de la economía china es monitoreada de cerca en Latinoamérica ya que el país es uno de los principales destinos de las exportaciones de la región. En 2008, el volumen del comercio entre China y América Latina y el Caribe alcanzó los US$143.400 millones, un alza de 39,8% respecto a 2007, según la Administración General de Aduanas de China. La capacidad de Beijing para seguir creciendo y comprando materias primas a un ritmo acelerado será importante para definir cuán rápido Latinoamérica capea los efectos de la crisis global.

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El éxito inicial del plan de estímulo chino en mantener el crecimiento a corto plazo podría llevar a Beijing a descuidar su desafío de largo plazo, particularmente el potencial para mejoras significativas en su productividad a través de una mayor liberalización de su economía híbrida. En las ciudades, negocios altamente rentables siguen estando reservados para las firmas estatales, limitando la expansión de la iniciativa privada. En el campo, las últimas reformas de mercado se hicieron en los años 90, lo que les da a los agricultores pocos incentivos para invertir en sus terrenos.

El gobierno dice a menudo que la crisis financiera no ha cambiado las principales ventajas de China, como su gigantesco mercado interno y una fuerza laboral competitiva. Puede que eso sea cierto, pero el entorno global en el que China se mueve ha cambiado. Las exportaciones propulsaron la expansión del país durante los últimos años, pero el comercio mundial se contraerá este año por primera vez en décadas. Ahora que los consumidores estadounidenses han pasado a ahorra más y gastar menos, ya no existe una fuente casi ilimitada de demanda para los productos chinos.

El país, por lo tanto, necesita una alternativa a las exportaciones para seguir creciendo de forma robusta. La crítica más frecuente al presidente chino, Hu Jintao, y al primer ministro Wen Jiabao es que están haciendo muy poco. "Este paquete de estímulo es una salida temporal, no una solución definitiva", dice Arthur Kroeber, director gerente de Dragonomics, una consultora en Beijing.

En la última desaceleración de China, durante la crisis asiática de 1997 y 1998, el gobierno combinó su plan de estímulo con reformas significativas de su economía: privatizó el mercado de viviendas urbanas y renovó sus esfuerzos para ingresar a la Organización Mundial de Comercio. Esta vez, el gobierno está nuevamente invirtiendo altas sumas en infraestructura para apoyar el crecimiento de corto plazo, pero por ahora no ha presentado ninguna medida de liberalización.

Este año, las autoridades lanzaron subsidios para ayudar a los agricultores a comprar vehículos y electrodomésticos como parte de una iniciativa para revitalizar las áreas rurales, donde el crecimiento y los ingresos han quedado rezagados respecto a las zonas urbanas.

Dichas medidas son provisionales y no reemplazan la necesidad de eliminar las barreras que impiden a los residentes rurales mejorar su producción a través, por ejemplo, del acceso a la financiación. Las empresas rurales representan más de una cuarta parte de la economía china, pero sólo reciben un 5% de los préstamos bancarios, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), una entidad multinacional de investigación con sede en París.

De todos modos, la agricultura representa una tajada pequeña de la economía china, el sector fue responsable por 11% del PIB el año pasado. Así que el mayor potencial para impulsar el avance futuro de la economía y productividad china radica probablemente en los servicios. El auge manufacturero de los años recientes fue facilitado por políticas que permitieron el ingreso de la inversión extranjera y una feroz competencia entre las firmas locales.

Sin embargo, las empresas estatales aún dominan sectores de servicios clave como el transporte y las comunicaciones. Eliminar las barreras que impiden el ingreso del sector privado a estos ámbitos, argumentan muchos economistas, aumentaría la eficiencia de la economía y estimularía una nueva ola de inversiones en los sectores más rentables. "No podemos permitir que las empresas estatales disfruten del banquete. Necesitamos abrir las puertas a la inversión privada", dice Zhang Xiaojing, economista de la Academia China de Ciencias Sociales, un centro de estudios del gobierno.