2009/02/23

Nacionalización bancaria

por Lex Financial Times

Es hora de dejar de hablar sobre los precios de las acciones de los maltrechos bancos. Es cierto, existe el riesgo de que la preocupación por la nacionalización acarree su propio cumplimiento: el debilitado precio de los valores refuerza la pérdida de confianza en un banco, aumentando así la probabilidad de una intervención. Pero cuando Citigroup –supuestamente el primero en la línea de fuego– opera por debajo de los dos dólares (1,56 euros) la acción, su valor patrimonial es discutible. El debate real concierne a la estructura de capital.

La confusión sobre lo que se entiende por nacionalización ha provocado una gran confusión. La aversión de EEUU a hacerse con la propiedad y el control por la fuerza la convierte en un último recurso. En su lugar, se puede buscar un término medio, como en el caso de Royal Bank of Scotland (RBS), donde la conversión de las acciones preferentes del gobierno británico en capital ordinario le otorgó el control.

Incluso así, en un momento en el que el coste de la protección de la deuda de Citi contra impagos se aproxima a máximos históricos, los inversores en deuda afrontan una gran incertidumbre. Por ejemplo, si se eliminaran los dividendos para los accionistas ordinarios, los tenedores de valores híbridos se arriesgan a quedarse con deuda zombi: bonos no integrados que no pagan cupón. Consciente en apariencia de ello, el plan de estabilidad de la administración Obama puso como límite a los bancos el pago de 0,01 dólares de dividendos trimestrales ya que cualquier pago exige que se retribuyan las obligaciones de deuda senior. RBS ha seguido efectuando pagos sobre los valores híbridos –tal vez para evitar las repercusiones en las carteras de fondos de pensiones y empresas de seguros–.

El quid del debate es la cuestión de si los acreedores preferentes sin protección se verán afectados. Si la caída de un banco elimina el valor de las acciones y la deuda subordinada, bien los contribuyentes o los tenedores de bonos tendrán que absorber cualquier pérdida adicional. La nacionalización total resulta más barata si los acreedores sufren. Pero su castigo se calificó de forma generalizada como un error cuando Washington Mutual y Lehman quebraron. Hacerlo de nuevo podría tumbar los mercados de bonos. Las empresas tiene que recaudar capital de algún sitio. De ahí el llamamiento de Alan Greenspan a proteger la deuda senior como «sostén» de la financiación, una idea reforzada por las garantías gubernamentales sobre 260.000 millones de dólares de deuda bancaria de reciente emisión. La gestión ad hoc de la crisis el año pasado avivó el pánico en el mercado. Se supone que los ahorradores están seguros, y los accionistas en problemas. Es hora de explicar la situación del resto.

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