2009/02/13

El peso mexicano presionado obliga a tomar una posición ante la crisis

por Luis de la Calle

La reciente presión sobre el tipo de cambio alteró la percepción que los mexicanos tenían sobre la crisis

Ya no es posible hablar de catarritos, ni suponer que la extremadamente difícil situación en EU no tendrá efectos en México, ni repetir que no hay que apretarse el cinturón.

La devaluación del peso obliga a reflexionar sobre el origen de los problemas y las medidas que deben tomarse. Guste o no a políticos y economistas, el ciudadano promedio utiliza el tipo de cambio como barómetro de la posición económica y financiera del país. Así lo hace por la acumulada experiencia de muchas crisis. Esto no implica que deba defenderse al peso ni abandonar el régimen de tipo de cambio flexible.

Hay dos conjuntos de razones que explican la devaluación del peso y la apreciación del dólar: el primero es el efecto aspiradora de EU; el segundo se refiere a las perspectivas de financiamiento del déficit de cuenta corriente de México.

EFECTO ASPIRADORA

Si EU fuera un país normal —obviamente no lo es—, el dólar hubiera sufrido un ataque especulativo por lo menos hace dos años y hubiera provocado un ajuste en el consumo agregado. La sorpresa para muchos es que ha sucedido lo contrario: ante las dificultades económicas, la fuerte expansión monetaria y un significativo y creciente déficit de finanzas públicas, el dólar se ha apreciado en los últimos meses. Varios factores explican este efecto aspiradora:

Deudas denominadas en dólares: como producto de la restricción crediticia, las empresas encuentran dificultades para refinanciar sus deudas en dólares y se ven obligadas a pagarlas. Éste es el caso tanto para empresas nacionales como para multinacionales establecidas en México. La amortización de estas deudas, que en condiciones normales se hubieran refinanciado, implica el uso de pesos para la compra de dólares y, por ende, presión sobre el tipo de cambio.

Transferencia de flujo de caja a matrices: las dificultades de las empresas matrices en EU y Europa para colocar papel comercial y obligaciones hacen que pidan a sus subsidiarias —en México y otros países— transferir recursos líquidos para apoyar a las matrices.

Fuga hacia la calidad: la menor tolerancia al riesgo castiga las posiciones en economías emergentes y favorece la tenencia de T-Bills denominados en dólares. La incertidumbre sobre la profundidad y duración de la crisis en EU ahonda este factor.

La caída del multiplicador bancario: el encogimiento del sector financiero en EU y Europa, y la imposibilidad de utilizar el apalancamiento, reducen la oferta monetaria total a pesar de que la Reserva Federal aumente la liquidez como nunca antes. La oferta monetaria total es el producto de la liquidez provista por la Reserva Federal por el multiplicador bancario resultado de la intermediación financiera. La caída en el multiplicador es el motor de la aspiradora.

FINANCIAMIENTO DEL DÉFICIT DE CUENTA CORRIENTE

El mercado cambiario está siendo afectado no sólo por el efecto aspiradora, sino por las perspectivas de que México pueda tener un déficit de cuenta corriente difícil de financiar. En el corto plazo, el efecto aspiradora es mucho más fuerte y explica la mayor parte de las fluctuaciones recientes. No obstante, en el mediano y largo plazo, el financiamiento del déficit de cuenta corriente será determinante respecto a la suerte del país en la crisis, por varias razones:

Mientras que en 2007 se tuvo un modesto déficit de cuenta corriente de 8,000 mdd, se espera que en 2008 haya cerrado en más de 16,000 mdp y el FMI estima que en 2009 sea de 26,000 mdp.

Las exportaciones de México están altamente concentradas en bienes duraderos cuyo consumo caerá de manera importante en EU: automóviles y sus partes, línea blanca, electrónicos, televisores y otros.

Las exportaciones petroleras caen no sólo por menores precios sino también por menores volúmenes.

Menores remesas.

Una significativa caída esperada en los flujos de inversión extranjera directa.

Amortizaciones de deuda de empresas privadas en los mercados internacionales.

Es decir, no sólo el déficit de cuenta corriente crece por la caída en exportaciones y remesas, sino que habrá menos IED y menos endeudamiento neto para financiarlo. Al final del día, el déficit de cuenta corriente no puede ser mayor que los recursos disponibles para financiarlo. Existen cuatro maneras para atacar el problema:

Apretarse el cinturón voluntariamente: la caída en consumo e inversión producto de menor crédito, de mayor desempleo y de perspectivas económicas negativas se traduce en menores importaciones. El excesivo gasto público agrava el déficit de cuenta corriente y podría forzar a que el consumo e inversión privados tengan que caer aún más.

Uso de reservas internacionales: el Banco de México puede financiar una parte del déficit de cuenta corriente.

Apretarse el cinturón involuntariamente a través de una devaluación: la depreciación real del peso disminuye el valor de los activos y el ingreso de los mexicanos y, por tanto, el consumo e inversión.

Mejorar el perfil de riesgo de la economía para atraer más inversión, financiar el déficit de cuenta corriente y propiciar un menor ajuste al consumo, inversión y PIB.

En realidad, el ajuste al déficit de cuenta corriente se dará por una combinación de estos cuatro elementos. Así, la situación catastrofista depende directamente de las políticas que se tomen. Por supuesto, el ideal sería mejorar el perfil de riesgo para hacer al país verdaderamente atractivo y minimizar el ajuste al consumo, inversión, empleo y PIB.

Para un mejor perfil de riesgo es necesario:

Tener certidumbre de rumbo y políticas públicas no erráticas.

Preservar la estabilidad macroeconómica.


No exacerbar los problemas de balanza de pagos expandiendo el gasto público y la oferta monetaria en aras de evitar la crisis ineludible.

Progresar tangiblemente en el riesgo de seguridad: secuestros, extorsiones, ausencia del imperio de la ley.

Impulsar las reformas deseables: en el contexto actual para ser más competitivos, las posibles son claramente no deseables.

No hay duda que al país lo aqueja una crisis importada. Sin embargo, la suerte de México depende a fin de cuentas de lo que se haga internamente. Al apostar por la estabilidad y las reformas verdaderas, el país podría salir fortalecido. Por otro lado, el inmovilismo o políticas erróneas pueden convertir a la crisis en una propia, para salir de ella lenta y dolorosamente. Es necesario escoger.