2009/02/02

La banca española se prepara para lo peor

por Mark Mulligan/Victor Mallet | FT

Los políticos y líderes empresariales españoles que busquen algo bueno en medio del pesimismo económico, aún pueden animarse con el rendimiento del sector bancario del país.

A diferencia de EEUU y Reino Unido, todas las entidades crediticias del país están aún intactas, ninguna ha sido recapitalizada con dinero estatal y la mayoría de ellas son rentables. Los bancos españoles destacan por su relativa salud.

Esto cambiará a medida que el malestar económico de España se agudice y que las moras sobre la deuda relacionada con la crisis inmobiliaria se cobren su peaje.

Santander, el mayor banco de la eurozona por capitalización de mercado, anunció la semana pasada un aumento del 9,4% en los beneficios netos para 2008 hasta los 8.880 millones de euros, pese a los 500 millones de euros que tuvo que aportar a última hora en relación a las pérdidas de sus clientes sobre inversiones vinculadas a la estafa de Bernard Madoff.

BBVA, el segundo mayor banco español, declaró una fuerte caída en los beneficios del cuarto trimestre, pero anunció un aumento del 0,2% en los beneficios netos recurrentes hasta los 5.410 millones de euros para el global del ejercicio.

La Caixa, la primera caja de ahorros, declaró el viernes un aumento del 2% en su beneficio recurrente de 2008, un ejercicio en el que registró ganancias de 2.052 millones después de impuestos y del reparto de dividentos a minoritarios por la salida a bolsa de su hólding Criteria.

En estos tres casos, el crecimiento de ventas y beneficios podría haber sido aún mayor, de no haber sido por las instrucciones del Banco de España de limitar el crecimiento de beneficios, – incómodo por motivos políticos debido a la profunda crisis económica – aumentando las provisiones preventivas en las cuentas de 2008.

El Banco de España ha tomado además una actitud de cautela en referencia a los dividendos, pidiendo discretamente a los directivos bancarios una restricción de los repartos para poder retener beneficios y así fortalecer las ratios de capital que los inversores vigilan tan de cerca.

Ese tipo de medida es característica de los reguladores españoles. Su postura conservadora sobre las inversiones fuera de balance y la insistencia en que se mantuvieran provisiones anticíclicas ayudó a los bancos del país a salvarse de los peores efectos de la crisis subprime de EEUU, dándoles además el colchón financiero que necesitarán durante los próximos dos años.

Banco Popular, uno de los más expuestos a la crisis de los constructores, se tomó el mensaje en serio, y en el último trimestre acumuló unas provisiones extraordinarias "voluntarias" por valor de 189 millones de euros.

Después de declarar el viernes una caída del 17% de los beneficios anuales, el presidente de la entidad, Angel Ron, aseguró "tenemos que prepararnos para una crisis que pudiera prolongarse durante más tiempo y tener consecuencias peores de lo que creen las organizaciones internacionales".

La mayor parte de los economistas del sector privado apuntan a un descenso de al menos el 2% del PIB de España y a un aumento significativo del desempleo. Aunque el sector de la construcción empezó siendo el más afectado, el paro se extiende ahora a otros sectores.

El desempleo implica además impagos en los préstamos. Los préstamos con riesgo de impago representan el 3,5% del total de créditos bancarios y la cifra aumenta a gran velocidad. Pocos dudan de que este año alcance el 8%, el nivel registrado durante la última crisis financiera que sufrió España en 1993.

Buena parte de este incremento estará provocada por la difícil situación de las constructoras, inmersas en un alto nivel de deuda, de los desempleados con hipotecas y de las entidades que las respaldan, es decir, los bancos.

Para un país y un sector bancario acostumbrados a un crecimiento económico ininterrumpido y a un crecimiento anual de los préstamos de doble dígito, esta crisis supone una fuerte sacudida. "Los que gestionaron la crisis de 1993 ya no están ahí", explica Ricardo Wehrhahn Amézaga, socio de Roland Berger en Madrid.

Según los analistas, la rentabilidad e incluso la supervivencia de bancos y cajas (que en algunos casos se verán obligadas a fusionarse) dependerá de su capacidad de hacer que las provisiones para préstamos dudosos duren hasta que la crisis termine.

Estas provisiones, acumuladas durante la época de bonanza, son considerables y, en el caso de Santander, superan los 6.000 millones de euros. Sin embargo, algunos bancos comenzaron a reducirlas en el último trimestre de 2008.

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