2010/04/22

El nacionalismo pone en riesgo una reforma financiera global

Por Damian Paletta y David Enrich

La respuesta global coordinada a la crisis financiera ha dado paso a las disputas nacionalistas, poniendo en riesgo las esperanzas de que los gobiernos de todo el mundo puedan actualizar las anticuadas reglas de banca internacional.

Funcionarios gubernamentales y de la industria dicen que las disputas se concentran en cuánto dinero y que tipo deben mantener los bancos como reserva para protegerse contra las pérdidas, uno de los aspectos fundamentales de la banca. Los países involucrados en las negociaciones concuerdan en que los bancos deben mantener mayores reservas de capital, pero están en desacuerdo en aspectos clave, incluyendo las definiciones de los términos centrales del acuerdo. En cambio, los funcionarios se han movilizado para proteger los intereses de sus propias industrias bancarias a la vez que penalizan a las de otros países.

En Estados Unidos, funcionarios del gobierno y la industria dicen que las negociaciones globales podrían tener un mayor impacto en los mercados financieros que los actuales proyectos de ley que cursan en el Congreso. Estas disputas podrían ganar relevancia este fin de semana durante una reunión de los ministros de finanzas y banqueros centrales de EE.UU. y otros países en Washington. La reunión pondrá a prueba la capacidad de los líderes para forjar una compleja reforma de las reglas financieras globales que enfrenten los fallos expuestos por la crisis financiera.

"Esta tendencia a aislarse en una Fortaleza Británica, una Fortaleza Estadounidense y una Fortaleza Europea se ve en el horizonte como el peor desenlace posible de la crisis", dijo Bob Penn, socio de la firma londinense Allen & Overy LLP, la cual asesora a algunos grandes bancos.

Hace un año, los países unieron fuerzas y se comprometieron a actualizar las atrasadas reglas globales de la banca, conocidas como Basilea por la ciudad suiza en la que históricamente han sido redactadas. En una reunión en Londres en abril de 2009, con la crisis financiera aún en pleno desarrollo, los líderes mundiales prometieron crear reglas armónicas para establecer un sistema bancario más seguro.

La crisis expuso brechas en la forma en la que los bancos y los reguladores miden el riesgo, particularmente la dependencia de los bancos en la financiación a corto plazo y las maniobras contables que ocultaban su riesgo. La nuevas reglas requerirían que los bancos tengan un mejor y más rápido acceso a la financiación, o en términos técnicos, una mejor liquidez, y también requerir que mantengan más capital para protegerse contra activos que pierdan su valor. También tendrían que recaudar miles de millones de dólares en nuevo capital, reestructurar sus operaciones internas y potencialmente vender líneas de negocios.

Funcionarios gubernamentales y de la industria se preocupan por la falta de un consenso global, incluso mientras se enfrentan por el resultado. El auge del nacionalismo regulatorio podría llevar a los bancos a trasladarse a países con la supervisión más débil, generando así una carrera por tener los estándares más bajos y atraer sus negocios. Si las negociaciones colapsan, los grandes bancos internacionales podrían continuar operando bajo reglas redactadas años atras que demostraron ser inadecuadas durante la crisis financiera.

En las negociaciones, algunos funcionarios del gobierno estadounidense están luchando en contra de lo que consideran como una propuesta anti estadounidense que prevendría que los bancos contaran a un tipo específico de valor como parte de su amortiguamiento de capital. Este valor es uno de los más usados por los bancos estadounidenses.

Otros gobiernos están presionando para cambiar la forma en la que se cuentan los créditos tributarios como capital, en medio de argumentos que aseguran que las reglas ayudan a los bancos en algunos países, pero los perjudican en otros. Los funcionarios franceses están haciendo lobby en contra de reglas que podrían forzar a algunos de sus bancos a escindir sus subsidiarias de seguros o enfrentar duros golpes a su capital. Los japoneses también se oponen a elementos de las nuevas reglas.

Mientras tanto, funcionarios del Reino Unido y Estados Unidos han chocado sobre los intentos británicos por exigir a los bancos extranjeros que guarden más efectivo en sus subsidiarias en ese país. Un alto funcionario de la Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido, el principal regulador del país, dice que la política es una respuesta a los efectos que el colapso de Lehman Brothers tuvo en el Reino Unido, lo cual le enseño a la agencia "a ser cuidadosa a la hora de depender de otros reguladores".

Uno de los puntos centrales que entorpecen las negociaciones es un alto nivel de desconfianza entre los diferente países sobre las causas y consecuencias de la crisis. Funcionarios europeos culparon a EE.UU. y estos respondieron diciendo que los bancos no han hecho suficiente para apuntalar su situación desde entonces.

Más allá de las disputas nacionales, los ejecutivos financieros se preocupan por la posibilidad de nuevos y exigentes requerimientos de liquidez y capital. Los bancos dicen que las nuevas reglas podrían forzar a los mayores bancos estadounidenses a emitir hasta US$1.500 billones (millones de millones) en nueva deuda y recaudar casi esa misma cantidad en capital. Eso tendría un profundo impacto en su habilidad para prestar. Los bancos franceses han calculado que el impacto de las nuevas reglas en su economía podría reducir al menos 1,5% del producto interno bruto del país a corto plazo.

Fuente: WSJ