2010/05/11

Después de la superzanahoria ¿cómo aplicar el garrote?

Por Stephen Fidler

El gigantesco paquete de 750.000 millones de euros (US$964.000 millones) para rescatar a los gobiernos de la zona euro en aprietos por su alto nivel de endeudamiento ha creado otro desafío urgente para las autoridades europeas: ¿cómo mantener a raya a los gobiernos derrochadores?

El fondo de estabilización, junto con un compromiso del Banco Central Europeo (BCE) de comprar bonos soberanos, ha "debilitado los incentivos para mantener una disciplina fiscal" en la zona euro, dice Marco Annunziata, economista jefe de UniCredit Group, en Londres.

Los economistas advierten que la eurozona necesita más disciplina y mucha mayor coordinación fiscal si quiere que la moneda común sobreviva. Pero esfuerzos anteriores de interferir en los derechos de los gobiernos de cobrar impuestos y gastar como les parezca han fracasado.

Once años de compartir una moneda han llevado a los 16 países de la zona euro a estar más cerca que nunca el uno del otro. Su unión es tal que cuando Grecia, que contribuye con apenas una cuadragésima parte a la economía del bloque, empezó a tener problemas de deuda, amenazó a toda la unión monetaria.

Los sistemas financieros de los países de la eurozona están más entrelazados. Debido a que no existía un riesgo cambiario, bancos, aseguradoras y fondos de pensiones en cada economía de la zona se convirtieron en los mayores compradores de los bonos emitidos por otros países que usan el euro.

Esto significaba que si Grecia u otro país se declaraba en cesación de pagos, las repercusiones habrían golpeado con fuerza la salud de bancos en toda la región. Ese riesgo para los bancos elevó incluso a las economías pequeñas de Europa a la categoría de "demasiado grandes como para caer", la misma lógica que aplicó Estados Unidos cuando rescató a gigantes como Citigroup y AIG en medio de la crisis financiera de 2008.

Annunziata dice que también quedó de manifiesto que una cesación de pagos en un país haría subir las tasas de interés sobre los bonos emitidos por otros gobiernos europeos, lo que puede elevar los costos de crédito a niveles tal vez prohibitivos. "Mi problema de deuda se convierte en su problema de deuda", agrega el economista.

Aunque las políticas fiscales de los miembros de la zona euro estaban ligadas en esta forma, no se implementaron mecanismos para prevenir que los gobiernos derrocharan sus recursos.

Se suponía que la responsabilidad fiscal de la eurozona estaba garantizada por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Europeo, el cual tiene como fin limitar los déficits presupuestarios a 3% y la deuda a 60% del Producto Interno Bruto. Pero en la práctica, el pacto no tiene mucho peso.

Ahora, en el transcurso de dos semanas, las perspectivas de disciplina fiscal recibieron dos golpes: el paquete de rescate de 110.000 millones de euros para Grecia y el masivo fondo de estabilización ensamblado durante el fin de semana.

Estos paquetes eludieron las reglas que muchos creían prohibían los rescates dentro de la eurozona. También debilitaron los incentivos de los mercados para que los gobiernos pusieran sus cuentas en orden.

El programa del fin de semana fue reforzado por la decisión del BCE de comprar bonos soberanos de los gobiernos del bloque cuyos mercados fueran "disfuncionales". Esto llevó al banco central a comprar bonos gubernamentales a primera hora del lunes.

"Países despilfarradores pueden ahora contar con que el BCE alivie las presiones del mercado que antes suministraban la única herramienta de disciplina antes de que se alcanzara un nivel de crisis", dice Annunziata.

El principal arquitecto de la disciplina fiscal en la zona euro viene de afuera: el Fondo Monetario Internacional, el cual exige que se cumplan ciertas exigencias en materia fiscal a cambio de sus préstamos.

Fuente: WSJ