2009/01/05

Tres inversionistas que predijeron la crisis vuelven a sonar la alarma

Por Jeff D. Opdyke

Durante años fueron los aguafiestas: los inversionistas que en medio de los boyantes precios bursátiles e inmobiliarios que caracterizaron la primera parte del siglo, advirtieron que algo andaba mal. El tiempo les dio la razón, al menos parcialmente.

A menudo fueron objeto de burlas por predicciones que a todas luces parecían extravagantes —la quiebra de grandes bancos y del gigante hipotecario Fannie Mae—, pero estos inversionistas, además de los gestores de fondos Jeremy Grantham y Bob Rodríguez, y Peter Schiff, dueño de una corredora de bolsa, fueron los primeros en describir partes importantes del colapso financiero que se avecinaba.

Ahora dicen que lo peor puede estar por venir, aunque no siempre dan en el clavo. La tesis de Schiff de que el dólar se hundiría no se ha cumplido.

Sus puntos de vista contrastan con las expectativas de la mayoría de los economistas, muchos de los cuales anticipan una recuperación a finales de este año, un fortalecimiento del dólar y, en el fondo, que EE.UU. ayude a levantar la economía mundial.

A Grantham, Rodríguez y Schiff, sin embargo, les inquieta que el gasto público en planes de rescate y estímulo preserve modelos de negocios inviables que aumenten la probabilidad de una nueva catástrofe. Prevén una larga temporada en la que los consumidores estadounidenses reducirán sus gastos y aumentarán su ahorro. También anticipan alzas en los impuestos y una caída de hasta 30% en el índice Standard & Poor's 500 desde sus niveles actuales.

Aunque reconocen que la palabra de moda en Estados Unidos en este momento es "deflación", varios expertos creen que en el largo plazo hay que preocuparse por la inflación e incluso la hiperinflación, en momentos en que la Reserva Federal aumenta la oferta monetaria y depende de medidas no comprobadas, como la compra de créditos hipotecarios y otros activos, para reactivar la economía.

"En este momento se trata de un gran experimento", afirma Rodríguez, presidente ejecutivo de First Pacific Advisors. No hay que perder de vista, sin embargo, que han sido pesimistas durante varios años.

Jeremy Grantham

Ya para el año 2000, Grantham, cofundador de la firma de gestión de activos GMO LLC, les advertía a sus clientes que "un gran estallido" estaba por ocurrir. Se adelantó en más de cinco años, pero explica que la expiación se postergó debido a que la Reserva Federal recortó las tasas de interés después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Esto provocó "la mayor burbuja especulativa de la historia", lo que, según él, terminaría irremediablemente con el colapso del sistema financiero.

En julio de 2007, predijo que el estallido podría tener lugar en octubre de 2008. "Por lo menos uno de los grandes bancos caerá en bancarrota", escribió. Hoy, al mirar los escombros, dice que la respuesta gubernamental a la crisis es "imponderable. No hay un manual de procedimiento".

A Grantham le preocupa que se produzca una ola de "devaluaciones competitivas", donde cada país trate de incentivar su economía devaluando su moneda. Una divisa débil puede impulsar las exportaciones, pero también aumentar la inflación. Los bonos del Tesoro, asegura, están sobrevalorados.

A los precios actuales, el bono de 30 años proyecta una inflación anual de poco más del 1% en las próximas tres décadas. "Ni en sueños", insiste.

Su empresa ha vuelto a invertir en mercados emergentes, como Turquía, Corea del Sur y Tailandia debido al abaratamiento de sus valuaciones. Grantham cree que el dólar se debilitará y la inversión en mercados emergentes es una forma de aprovechar el fortalecimiento de las monedas locales.

Bob Rodríguez

Rodríguez dirige el fondo FPA New Income, que subió 4% en 2008 gracias a los cambios estratégicos de los años previos. Rodríguez divisó los nubarrones en 2005, cuando las supuestamente muy bien calificadas hipotecas "Alt-A" comenzaron a comportarse extrañamente: los atrasos en los pagos y los embargos judiciales se estaban disparando en hipotecas otorgadas hace apenas nueve meses. "Nunca habíamos visto eso".

Rápidamente se deshizo de estas inversiones, dejó de comprar deuda de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac y dejó de invertir en deuda de corto plazo de la aseguradora American International Group. Se negó a invertir en empresas de servicios financieros por lo que catalogó como un "colapso de proporciones pandémicas" en los criterios para aprobar créditos hipotecarios.

Ahora, Rodríguez cree que se ha formado "una enorme burbuja con los papeles del Tesoro. Francamente no confiamos en el gobierno", que aumenta su deuda para financiar medidas de reactivación, señala. No están comprando papeles del Tesoro porque "no le vamos a prestar dinero a un deudor que caprichosamente erosiona sus estados financieros".

Su mayor preocupación, les dijo recientemente a sus accionistas, no son los próximos dos años, sino "el período de tres a diez" que estaría marcado por la inflación y un crecimiento del PIB que no superará el 2% anual.

Rodríguez espera que, para el trimestre que termina en marzo, la tasa de ahorro se acerque al 4%, y que en el mismo período de 2010 esté entre el 7% y el 10%. En los últimos años, esa tasa ha rondado el 1% o menos. En otras palabras, Rodríguez no cree que los consumidores sacarán a EE.UU. de la recesión.

No obstante, por primera vez en más de un año, compró acciones, principalmente del sector energético. La razón: los precios de los activos reales, como un barril de petróleo, tienden a apreciarse cuando sube la inflación.

Peter Schiff

Desde al menos 2004, como presidente y estratega global en jefe de la firma de valores EuroPacific Capital, Schiff había estado advirtiendo que el mercado de la vivienda era un castillo de naipes y que los precios de las acciones estaban siendo inflados artificialmente por las políticas de la Reserva Federal y la Casa Blanca que, en su opinión, "iban en contra de las fuerzas del mercado".

En un discurso en 2006 ante un grupo de ejecutivos de firmas hipotecarias, dijo que pronto podrían quedarse sin empleo a causa del colapso del sector inmobiliario y que la recesión podría empezar en diciembre de 2007, una predicción acertada. En su libro Crash Proof, publicado en 2007, pronosticó la desaparición de Fannie Mae y Freddie Mac.

De todos modos, sus detractores dicen que dos de sus principales predicciones, un desplome del dólar y que las bolsas internacionales tendrían un mejor desempeño que las estadounidenses, no se han materializado. Schiff reconoce que no esperaba eso, pero insiste en que sus temores siguen siendo válidos.

El inversionista también prevé una "enorme inflación" y un alza significativa de las tasas de interés puesto que EE.UU. tendrá que atraer a inversionistas extranjeros para que compren los billones de dólares (millones de millones) en bonos que tiene que emitir para financiar los planes de estímulo y los paquetes de rescate.

El dilema, sin embargo, es que en algún momento los inversionistas extranjeros dejarán de comprar deuda estadounidense. "Dejarán de comprar nuestros bonos, nuestra moneda y el valor del dólar caerá en picada", pronostica Schiff.

Los impuestos también tendrán que aumentar, indica, porque una economía basada más en el consumo que en la producción tiene pocas formas de generar el dinero necesario para pagar su deuda cuando ese consumo está menguando.

Por eso, considera que es hora de que el gobierno limite el daño que está causando. "Si no son cuidadosos", observa, "sus decisiones destruirán el valor de los ahorros en este país".

WSJ/