2009/01/07

La 'paradoja del ahorro', o cómo las familias de EE.UU. agravan la crisis al gastar menos

Por Kelly Evans
Boise, Idaho

Rick y Noreen Capp recientemente redujeron su deuda de tarjeta de crédito, abrieron una cuenta de ahorros y dejaron de llevar a sus dos hijos a restaurantes.

Mientras los despidos y los cierres de tiendas azotan a esta ciudad, esta familia espera que su recién descubierta frugalidad les sirva para superar la crisis económica. Pero este mismo ahorro, adoptado por familias en todo Estados Unidos, es también uno de los motivos principales por los que la crisis podría prolongarse. Tras una maratón de compras que duró décadas, los estadounidenses finalmente están ahorrando más y gastando menos, justo cuando la economía necesita sus dólares con más urgencia.

Normalmente, la frugalidad es buena tanto para la gente como para la economía. Los ahorros actúan como una reserva de capital que se puede usar para financiar la inversión, lo cual ayuda a mejorar la calidad de vida de un país. Pero en una recesión, un mayor ahorro (o la otra cara de la moneda: el menor consumo) puede exacerbar los problemas económicos. Es lo que los economistas llaman "la paradoja del ahorro".

La deuda de las familias estadounidenses, que ha crecido de forma constante desde que la Reserva Federal empezara a monitorearla en 1952, bajó por primera vez en el tercer trimestre de 2008. En el mismo período, el consumo cayó por primera vez en 17 años.

Eso se ha traducido en un aumento del índice de ahorro personal, que el gobierno calcula como la diferencia entre los ingresos y los gastos. Ahora varios economistas pronostican que este índice, que cayó por debajo de cero en los últimos años, suba a entre 3% y 5% en 2009. La semana pasada, un informe de Goldman Sachs predijo que el índice de ahorros personales de 2009 podría alcanzar entre 6% y 10%.

Los economistas creen que el gasto se contraerá más, produciendo un declive del Producto Interno Bruto para el cuarto trimestre de al menos 5%.

En Boise, familias como los Capp ilustran la paradoja. Esta área metropolitana junto a las Montañas Rocosas de medio millón de habitantes es la sede de fabricantes de electrónicos como Micron Technology Inc., que produce chips para computadoras.

El área sobrevivió a los declives económicos de principios de los 90 y de 2001, con un desempleo por debajo del promedio nacional. Pero ahora la gente está ahorrando el dinero que en otro momento habría gastado, contribuyendo así en parte al cierre de establecimientos y a la pérdida de más empleos.

En 2003, Rick y Noreen Capp se trasladaron de Pensilvania a Boise, después de que Rick recibiera una oferta para trabajar como ingeniero en Electroglas Inc., una compañía que fabrica equipos para producir semiconductores. El sueldo inicial era de US$65.000 y el costo de la vida en Boise era más bajo. Sus dos hijos (Noah, de 13 años y Ellen, de 16) estaban entusiasmados ante la idea de poder esquiar en las Rocosas.

Los Capps vendieron su casa en Pensilvania por US$164.000 y compraron una más grande en un suburbio de Boise por US$175.000. Financiaron su nuevo hogar con una hipoteca a 30 años, con una tasa fija de 5,8%. Los niños se adaptaron bien a su nueva vida. Ellen forma parte del coro de su escuela y Noah se apuntó al club de ajedrez. En 2006, Noreen, de 45 años, acabó su licenciatura en psicología en la Universidad estatal de Boise y empezó a trabajar a tiempo parcial en una clínica de salud mental, ganando unos US$10.000 al año.

Hace cuatro años, los Capp solicitaron una línea de crédito de US$25.000 contra el valor de su casa y la usaron para comprar un gran sofá y un Toyota 4-Runner usado. Con los años, también acumularon una deuda de US$11.000 en tarjetas de crédito y US$40.000 en préstamos estudiantiles. Pero debido al incremento en el valor de su casa y las opciones de acciones de Rick, su deuda no les parecía alarmantemente alta.

Todo eso cambió rápidamente. El mercado de la vivienda en Boise empezó a hundirse a fines de 2006, seguido del mercado accionario y la economía. A fines de 2007, el empleador de Capp empezó a despedir a parte de su plantilla, a medida que los clientes retrasaban el mantenimiento de sus equipos.

Así que los Capp empezaron a eliminar gastos. A mediados del año pasado, pagaron la mitad de su deuda de US$11.000 en tarjetas de crédito. Luego, usaron US$1.000 de su cheque de estímulo fiscal del gobierno para abrir una cuenta de ahorros con un atractivo interés del 5%. "Estamos tratando de gastar menos gas, menos electricidad, menos comida", dice Rick, que en octubre perdió su empleo.

El impacto de decisiones como esta es visible en todo Boise. En el Home Federal Bancorp, con US$725 millones en activos, los depósitos han aumentado en los últimos meses, según el director de banca comercial, Steve Eyre. Las nuevas cuentas de ahorros aumentaron 26% en diciembre frente al mes anterior, dijo.