2010/05/31

El impuesto europeo a la banca

por Lex Column

Buscad a los culpables, pero castigad a los inocentes. Los bancos aceptan ahora que terminarán pagando algún tipo de impuesto para compensar la garantía implícita de los contribuyentes durante la crisis crediticia –incluso si no necesitaron la ayuda del Estado–.

Ahora, Michel Barnier, el comisario de Mercado Interior de la UE, quiere que los estados miembros establezcan un nuevo impuesto sobre ellos, y que se reserve lo recaudado a través de los fondos de resolución de crisis bancarias. No todos los ministros de Finanzas europeos están de acuerdo con la propuesta.

El ministro de Finanzas británico, George Osborne, por ejemplo, está a favor de establecer un impuesto pero no quiere que los fondos se destinen a una reserva especial. No sorprende. Tanto él como sus homólogos de las economías periféricas de la eurozona tienen que reducir altos déficits fiscales.

Aunque las propuestas de Barnier no daban indicio alguno sobre la cuantía del impuesto o sobre si afectaría a los activos, la financiación mayorista o los beneficios, el comisario asegura que no se trata de un fondo de rescate. Eso habría aumentado el riesgo moral. En su lugar, el fondo ofrecerá cobertura la próxima vez que un banco quiebre y se reduzca su tamaño paulatinamente o se divida para venderse.

Pero el impuesto europeo no frenará la toma excesiva de riesgos. Tampoco lo hará el propuesto por EEUU. Existe una mejor opción para lograr ese objetivo: una mayor supervisión bancaria recurriendo a las regulaciones acordadas en Basilea. Sin embargo, mientras que el Banco Central Europeo siga inyectando liquidez barata en el sistema bancario, los reguladores tienen las manos atadas.

En su lugar, las propuestas de Bruselas podrían traducirse en comisiones más altas si los bancos intentan recuperar el coste de ese impuesto, pese a la petición de Barnier de que los bancos lo absorban. Los accionistas, por su parte, recibirán una rentabilidad más baja. Además, el impuesto sobre los bancos es contradictorio con las demandas de los reguladores para que acumulen mayores colchones de capital.

Barnier tiene que dejar claro lo que quiere. Disfrazadas pobremente de recompensa a los contribuyentes, sus propuestas huelen más a un castigo a los bancos que a una reducción del riesgo.

Fuente: FT