2011/04/04

Las interminables pruebas de resistencia de Irlanda

Por Simon Nixon

Cuando se trata de la crisis económica de Irlanda, hasta los números grandes perdieron el poder de asombrar.

La última cifra de 24.000 millones de euros (US$34.000 millones) de capital que el Banco Central de Irlanda necesita inyectar al sistema bancario del país es 15.000 millones de euros más que la proyección hecha en noviembre. Sin embargo, por mucho tiempo ha estado claro que la cifra real sería superior. El resultado es que el gobierno irlandés, con ayuda de los fondos de rescate europeos destinados a la recapitalización de los bancos, ahora habrá inyectado más de 70.000 millones de euros al sistema bancario, equivalente a un asombroso 45% del producto interno bruto.

Si esta última capitalización pone fin a la crisis, aún está por verse. Algunos, por ejemplo, cuestionarán si una prueba de resistencia que asume una pérdida de sólo un 6,7% en los libros de créditos hipotecarios es realmente tan conservadora como sostiene el banco central.

Pero si el banco central está en lo correcto, entonces esto permitiría que los principales bancos irlandeses mantengan un ratio de capital core tier 1 sobre un 6% en un escenario económico más adverso que lo previsto en las próximas pruebas de estrés de la Asociación Bancaria Europea, mientras que al mismo tiempo reducirían sus ratios créditos-depósitos de un 180% a un 122,5%.

Inevitablemente, la carga extra de estas inyecciones de capital sobre los contribuyentes aumentará más la temperatura del debate emocional respecto a si los tenedores de bonos prioritarios, que nuevamente salieron ilesos, deberían aceptar parte del sufrimiento. Pero este es un argumento estéril.

La verdadera historia de la catástrofe irlandesa es que el Banco Central Europeo, a través de sus propias líneas de crédito y las que provee el propio Banco Central de Irlanda, ahora está inyectando casi 188.000 millones de euros de liquidez al sistema bancario irlandés, lo que equivale a un 120% del PIB.

Mientras que los tenedores de bonos individuales parecen escapar sin un rasguño, su deuda no ha desaparecido, sino que simplemente ha asumido una forma distinta. Tarde o temprano, un incumplimiento de deuda parece ser inevitable. La decisión no es si imponer las pérdidas a los acreedores, sino que simplemente decidir qué clases de activos enfrentarán un recorte y cuándo. Las autoridades de la eurozona parecen no tener apuro por tomar una decisión. Hasta que lo hagan, Irlanda permanecerá en el limbo.

Fuente: WSJ