2011/01/11

Portugal tendrá una prueba crucial

Por Marcus Walker

La crisis de deuda de la zona euro está entrando en una nueva fase luego de una breve calma, en momentos en que Portugal intenta persuadir a los inversionistas para que compren sus bonos y otros gobiernos europeos aumentan la presión sobre el país para que busque un rescate internacional.

Portugal tiene la esperanza de obtener nuevos fondos en una subasta de bonos el miércoles, a pesar de una ola de ventas en los últimos días que empujó el rendimiento de los bonos lusitanos a 10 años por encima de 7% el viernes, el nivel más alto desde que se creó el euro. Los economistas dicen que esos altos costos de financiamiento son insostenibles para el país, que está luchando para controlar su elevado nivel de endeudamiento en medio de un crecimiento económico crónicamente bajo.

Entre los desafíos que enfrenta Lisboa en la venta de bonos está un cargado calendario de emisiones de deuda, en el que muchos gobiernos están ofreciendo valores considerados más seguros. El fracaso en atraer suficiente interés de los inversionistas señalaría que Portugal efectivamente ha perdido acceso a los mercados de capitales, obligando al país a buscar ayuda.

Otros gobiernos de la Unión Europea, incluyendo Alemania y Francia, han instado a Portugal a solicitar préstamos de la línea de crédito conjunta creada por el bloque y el Fondo Monetario Internacional, según funcionarios europeos. Lisboa continúa insistiendo en que no necesita ayuda y que su constante progreso en la reducción de su déficit obtendrá la confianza de los inversionistas.

Hasta ahora, las deliberaciones de la UE respecto a Portugal no han llegado a la intensidad que se vio antes de los rescates de Grecia e Irlanda, dijo un alto funcionario. Pero eso podría cambiar rápidamente en caso de que sus costos de financiamiento continúen subiendo. Los ministros de Finanzas de la eurozona se reunirán el 17 de enero, momento para el cual el apetito de los mercados por la deuda portuguesa debería estar claro.

Bajo las reglas de la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, creada a mediados de año luego del rescate a Grecia por 110.000 millones de euros (US$142.000 millones), la ayuda podría fluir solamente si un país la solicita. El año pasado, Irlanda fue el primero que pidió apoyo en el marco de este mecanismo, al recibir un paquete de préstamos por 67.500 millones de euros (US$87.000 millones) de la línea de crédito, del FMI y otras fuentes. El gobierno irlandés pidió ayuda sólo tras ser presionado por el Banco Central Europeo, que amenazó con cortar los fondos de emergencia para sus bancos.

Los funcionarios de la UE creen que el gobierno del primer ministro José Sócrates se ha negado hasta ahora a solicitar ayuda porque sería una humillante señal de fracaso político y lo forzaría a aceptar duras políticas de austeridad impuestas por Bruselas y el FMI. Los políticos lusitanos vieron cómo el rescate de Irlanda humilló a los líderes del país a los ojos de sus votantes, obligando al gobierno a llamar a elecciones anticipadas.

El temor de Berlín y París es que la continua pasividad de Portugal, pese a la creciente pérdida de confianza de los inversionistas en su capacidad crediticia, pueda provocar un nuevo pánico en los mercados financieros que contagie a otros países vulnerables de la zona euro, especialmente Bélgica y España.

—Stephen Fidler, en Bruselas, contribuyó a este artículo.

Fuente: WSJ