2010/02/02

Los banqueros intentan combatir los controles

por Patrick Jenkins y Gillian Tett

Durante el fin de semana, los manifestantes se dedicaron a repartir folletos por las calles de Davos, pero su indignación en esta ocasión no se centraba en la pobreza, en la energía nuclear o en la guerra. En este caso, exigían un aumento de la transparencia del sistema financiero.

La noticia pone de manifiesto el protagonismo que ha cobrado la estabilidad financiera en la agenda del Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas en inglés). Durante gran parte de la pasada década, los bancos consideraban que este foro representaba una oportunidad para entretener a sus clientes. No obstante, la semana pasada, intentaron eludir aspectos tan polémicos como los bonus, el comercio con capital propio o los derivados.

Los supervisores internacionales, encabezados por el Comité de Estabilidad Financiera y el Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria, estudian ahora cómo y cuándo cambiar los niveles de capital y liquidez que los bancos tendrán que mantener en el futuro. Además, en las últimas semanas, políticos como el presidente de EEUU, Barack Obama, el ministro de Finanzas británico, Alistair Darling, y el presidente francés Nicolas Sarkozy, han presentado un plan de medidas, evitando la respuesta reguladora, más inquisitiva. No se sabe si los bancos pueden considerar la labor de presión que han ejercido como una victoria, en parte porque el sector financiero tiene varios frentes abiertos.

Uno de los aspectos que dominaron los debates del WEF fue el comercio con capital propio y la propuesta de la administración Obama de levantar un muro de contención entre los depósitos asegurados y las carteras de las que echan mano los bancos en sus operaciones de alto riesgo. La mayor parte de los banqueros mostraron su indignación ante la propuesta. Frédéric Oudéa, presidente y consejero delegado de Société Générale, aseguró que “ya hay un proceso que se ha puesto en práctica en Basilea. Necesitamos que éste siga un rumbo ordenado en el que los reguladores tomen la iniciativa y organicen el diálogo con el sector bancario.

De lo contrario, se creará confusión, incertidumbre y una mayor presión en el sistema financiero”. La propuesta de Obama ha generado una sensación de confusión generalizada. En declaraciones a Financial Times, Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes de Washington, afirmó la semana pasada que la prohibición de comercio con capital propio podría incluirse en un proyecto de ley que su comité había redactado, lo que permitiría el férreo control de un regulador sistémico. Algunos reguladores occidentales creen que se deberían imponer restricciones a las iniciativas que el Comité de Estabilidad Financiero está analizando para limitar la forma que tienen los bancos de gestionar sus operaciones.

No obstante, los políticos reunidos en Davos advirtieron de que los bancos serían demasiado ingenuos si piensan que ellos “les sacarán de apuros”. “Hay presiones políticas para que se tomen acciones. Los bancos tienen que ser conscientes de esto”, recordaba además un regulador.

Declaraciones como éstas se tradujeron en un pequeño, aunque significativo, cambio de actitud de los banqueros la semana pasada. Hasta hace poco, la mayoría confiaba en poder aprovechar los encuentros de Davos para intercambiar impresiones sobre los defectos de las propuestas del comité de Basilea, presentadas por un equipo de burócratas financieros el año pasado. Bob Diamond, de Barclays Capital, llegó a calificar de “muy negativo” el impacto que tendrían las medidas en EEUU. Josef Ackermann, de Deutsche Bank, habló de discordancia de costes asociados a las propuestas, por su falta de coordinación. En opinión de Sadeq Sayeed, consejero delegado de Nomura en Europa, Oriente Medio y África, “muchas de las políticas y propuestas fiscales que se están presentando están sin perfilar”.

Mientras los burócratas internacionales eran partidarios de distanciarse de los banqueros, insistieron en que las reformas tendrían que ser coordinadas, en lugar de depender de la política de cada país. “No podemos reformar el sistema en función de las necesidades de los distintos gobiernos”, aseguró el sábado Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional. “Necesitamos coordinación; no podemos aportar distintas soluciones para distintas partes del mundo”, concluyó.

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