2010/01/14

Indigestión de bonos corporativos

por Jennifer Hughes

Parece que los inversores de bonos corporativos padecen una pequeña indigestión. Después de que la oleada de compras provocara la caída de la rentabilidad de los bonos y un aumento de nuevas emisiones, en los últimos dos días, los precios han caído.

El frenesí de los bonos ayudó a que el sector registrara su mejor comienzo de año desde 1998. La cuestión es si este último tropezón se puede interpretar como un descanso para digerir los últimos cambios o como una señal de que la opinión del sector más optimista está ayudando a olvidar los temores de los que se preocupaban por un aumento de la rentabilidad y el efecto que esto podría tener en los planes de préstamos de las empresas.

Esta semana, la demanda de bonos corporativos y el aumento del riesgo soberano que acompañan a la subida de la rentabilidad hicieron que el coste de asegurarse contra el riesgo de impago por parte de los países europeos fuera superior que para las empresas con mejor calificación.

Tanto hablar de que la rentabilidad de los bonos del Estado estaba exenta de riesgos, y Unilever, que recurre a los CDS, se considera una apuesta mejor que los gobiernos de Reino Unido y EEUU. Este cambio no se considera lógico, dado que la ubicación de una empresa es, evidentemente, uno de los factores de los riesgos que deben tenerse en cuenta.

La composición de estos dos índices también tiene su importancia, dado que la liquidez de los mercados de los CDS soberanos es escasa, lo que afecta a su validez como indicador. No obstante, parece que las dos tendencias pueden convivir de forma pacífica.

Todo parece indicar que la rentabilidad de los bonos del Estado aumentará y las impresas intentarán poner en marcha sus programas de préstamos antes de que eso ocurra. Pero, a menos que las perspectivas económicas empeoren mucho a partir de ahora, hay muchas probabilidades de que la rentabilidad de los bonos corporativos se mantenga, aunque aumente la rentabilidad de los bonos del Estado.

Tampoco parece que la demanda de deuda vaya a agotarse a corto plazo. El año pasado, los inversores se lanzaron a comprar bonos, por la alta rentabilidad que ofrecían. Aunque la tendencia ha cambiado, los bonos corporativos todavía encontrarán compradores, dado que por el momento es difícil encontrar gangas en el mercado bursátil.

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