2011/12/08

Todas las miradas en la pareja Merkel-Draghi

Por Markus Walker y Brian Blackstone

Durante meses, los medios de comunicación europeos se han centrado en "Merkozy", la alianza de la canciller alemana Angela Merkel con el presidente francés Nicolas Sarkozy.

Ahora, conforme los líderes europeos se preparan para la decisiva cumbre del viernes, la resolución de la crisis de la deuda soberana en la zona euro podría depender de una pareja diferente: la de la canciller alemana y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.

Con la presión de los mercados financieros en alza, la líder alemana y el presidente del banco central parecen ser los únicos europeos con el poder político y los fondos para salvar el euro. Lo que está menos claro es cuán lejos que están dispuestos a ir y cuánto tiempo van a esperar.

Draghi y muchos de sus colegas en el consejo del BCE se muestran reacios a tomar medidas radicales que podrían causar una reacción política en contra del banco central en Alemania, la mayor economía de Europa. "Draghi sabe que un país de Europa tiene una participación de 28% en el BCE", dijo Michael Fuchs, legislador del partido de Merkel, la Unión Demócrata Cristiana. "Sería inteligente" si Draghi continuara prestando atención a las sensibilidades de su mayor accionista, añadió.

No obstante, la mayoría de los economistas dice que la crisis se ha agravado tanto que sólo el BCE, con su capacidad de imprimir euros, puede apuntalar los mercados de bonos y lograr que países como Italia y España puedan refinanciar sus deudas en el mercado.

El BCE anunció el jueves la rebaja en un cuarto de punto porcentual para dejarla en 1% con el fin de evitar una sequía de crédito y una recesión, y tomó mayores medidas para ayudar a los atribulados bancos. Sin embargo, no logró aliviar a los inversionistas en los mercados de bonos de la región.

El jueves, asimismo, la Autoridad Bancaria Europea informó que los bancos europeos deben recaudar 114.700 millones de euros (US$153.800 millones) en capital nuevo antes de junio.

Merkel y otros funcionarios alemanes por lo general se abstienen de hacer comentarios públicos sobre las decisiones del BCE, de modo de no comprometer la independencia de los bancos centrales. Pero en las negociaciones a puerta cerrada, el gobierno alemán está mostrando una mayor apertura a un papel más activo del BCE para combatir la crisis del euro.

Aún así, Merkel se mantiene escéptica sobre las compras masivas de bonos por parte del BCE, dicen personas familiarizadas con la canciller. Los contribuyentes alemanes algún día podrían verse en la necesidad de recapitalizar el BCE si sigue cargando con las deudas incobrables de la periferia de la zona euro, temen las autoridades en Berlín.

Merkel, que siente aversión al riesgo, está preocupada acerca de lo que podría pasar si el BCE juega su última carta —con una gran intervención en el mercado— y apenas consigue un alivio temporal, apuntan estas personas.

La canciller, famosa por su pragmatismo, estaba más abierta a otras ideas recientes, como la extracción de reservas del banco central para reforzar los fondos europeos de rescate o el préstamo de dinero del BCE al Fondo Monetario Internacional, opción que Draghi desaprueba. El presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, es uno de los principales opositores de dichas medidas en seno del BCE.

Merkel ha dicho repetidamente que la crisis debe atacarse en sus "raíces", que según ella son las debilidades fiscales y la pérdida de competitividad de las economías de la periferia de la zona euro. Sin embargo, la intensificación de la fuga de capitales de los mercados de bonos de la zona euro está poniendo en duda la postura de Berlín de que la austeridad presupuestaria es condición suficiente para salvar el euro.

El predecesor de Draghi, Jean-Claude Trichet, quien dejó el cargo en octubre, fue criticado por su gestión de la crisis en Alemania.

Hasta ahora, el nuevo presidente del BCE cuenta con el beneplácito alemán, a pesar de las persistentes dudas en algunos medios de comunicación alemanes sobre la conveniencia de tener a un italiano al frente de la política monetaria de la zona euro.

Pero Draghi podría enfrentar a principios de 2012 el dilema de elegir entre la escalada de compras de bonos del BCE o dejar que los costos de financiamiento de Italia, España y otros países alcancen niveles prohibitivos. Los países en apuros de la periferia de la zona euro tienen que refinanciar alrededor de 86.000 millones (US$115.000 millones) en bonos que vencen en los primeros tres meses de 2012, según estimaciones de los economistas.

A menos que el BCE mantenga estables los rendimientos de los bonos, Italia, España y otros países tendrán dificultades para captar los fondos que necesitan en los mercados de capital, dinero que el BCE no puede facilitar directamente. "Hay un tren de financiación que se viene cuesta abajo a toda velocidad", escribió David Mackie, economista de J.P. Morgan, en una nota de investigación. Eso, y no el anticipado acuerdo de la cumbre de la UE, llevará al BCE a actuar, predice.

Fuente: WSJ