2009/12/15

Grecia tiene que cambiar

por Lex Column | FT

El país tiene que cambiar o se hundirá. Ha llegado la hora de alcanzar un nuevo acuerdo social. Tenemos que adoptar la austeridad espartana. Bonitas palabras, pronunciadas en el equivalente financiero de las Termópilas.

Pero el discurso del primer ministro griego, George Papandreou no tuvo éxito ni en su país –la amenaza de una huelga general está presente esta semana– ni en el extranjero. Los inversores siguen vendiendo bonos y acciones del país.

La conveniencia de su objetivo –reducir el déficit presupuestario griego de más del 12% del producto interior bruto (PIB) a menos del 3%– es clara. El problema reside en conseguirlo. Desde 1981, el déficit presupuestario griego sólo ha estado en ese nivel en una ocasión, en 2006.

Es cierto, durante la década anterior el déficit se redujo de un ruinoso 15% del PIB a escasa distancia del 3%. Pero se tardaron nueve años en lograrlo. Papandreou propone ahora recortar más del doble de esa cifra, en la mitad de tiempo. El aumento de los salarios de los funcionarios y la fiscalización de los bonus de los banqueros no conseguirán ese cometido.

Sin embargo, esto no convierte a Grecia en un posible Lehman. Cuando Lehman quebró, debía más de 600.000 millones de dólares (409.668 millones de euros); la deuda soberana griega asciende en la actualidad a un total próximo a los 250.000 millones de dólares. Y lo que es más importante, las principales autoridades de la UE han dicho que Bruselas ayudaría a cualquier Gobierno miembro del euro que se encuentre en problemas. Esas declaraciones no se han desdicho.

Pero la solidaridad no supone una cobertura contra todo riesgo. Si lo hiciera, los bonos del Gobierno griego cotizarían al mismo nivel que los alemanes. Las ayudas tampoco serían un acto de caridad por parte de la UE. Otros miembros de la eurozona preferirían tener los problemas griegos bajo control que permitir que contaminasen sus mercados –y que aumentasen, así, el coste de su financiación–.

El coste de las ayudas no puede ser prohibitivo; Grecia representa menos del 3% de la economía de la eurozona. Además, ya existe un precedente. Hungría, Letonia y Rumanía consiguieron el respaldo de la UE y del Fondo Monetario Internacional, aunque a coste de severas condiciones. En resumen, antes o después, Grecia tendrá que enfrentarse a la realidad, y el riesgo de quiebra sigue siendo bastante escaso.

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