2009/12/17

Bánxico y su nuevo gobernador

MÉXICO, diciembre 16, 2009.- Ayer el Senado ratificó el nombramiento de Agustín Carstens como nuevo gobernador del Banco de México. Carstens será gobernador desde el 1 de enero de 2010 y hasta el 31 de diciembre de 2015. Dada su juventud —tiene 51 años de edad— el ex secretario de Hacienda podría ser sujeto de reelección en el encargo, pues la ley orgánica del Banco de México establece que el gobernador debe tener 65 años cumplidos al momento de su nombramiento.

Su arribo al banco central tiene un sabor agridulce. Por un lado representa la realización de un sueño personal largamente acariciado y extensamente fomentado por su mentor de muchos años, Miguel Mancera Agüayo, quien fue el primer gobernador del banco central y su coach en su meteórico ascenso por el organigrama del banco central. En 13 años —un periodo relativamente corto para una carrera al interior del banco central— recorrió la Tesorería General, la codiciada Dirección de Investigación Económica y la jefatura de la oficina del gobernador; un recorrido que fue la envidia para otros brillantes funcionarios del banco, quienes han visto pasar décadas para escalar posiciones.

La llegada de Carstens al banco central también se conjuga con el sabor amargo de las críticas a su labor en Hacienda en uno de los años más graves para la economía mexicana. “Agustín no hubiese querido llegar en estas condiciones al banco central”, me dijo hace poco un amigo suyo. Es muy probable que si hubiese podido elegir, Carstens hubiera preferido quedarse en Hacienda por un año más para luego ir al banco central en condiciones distintas para su prestigio. Pero el presidente Calderón, con quien la relación fue harto complicada, tenía otros planes para Hacienda ahora en manos de Ernesto Cordero, y quien espera cosechar transitoriamente las mieles del rebote esperado de la economía mexicana.

Mucho se ha dicho últimamente sobre el temple y el carácter de Agustín Carstens para dejar bien claro lo que los periodistas profesionales conocen bien: la suficiente cercanía con sus interlocutores para establecer un flujo de comunicación conveniente, y la suficiente distancia como para no confundir los roles de cada uno. Agustín Carstens se ha esforzado últimamente en aclarar ese rol entre el banco central y el Ejecutivo aunque, me temo, no ha sido suficientemente convincente.

Pero lo tendrá que ser con una Junta de Gobierno que no será fácil de convencer en un momento coyuntural y político harto complejo. José Sidaoui y Roberto del Cueto son viejos conocidos del ahora flamante gobernador, con extensas trayectorias por las cañerías del banco central y mentores del propio Carstens, lo que les hace “huesos difíciles de roer’” Sidaoui, el economista más experimentado de la Junta, termina su periodo en 2012, y Del Cueto, un profundo conocedor de la legislación financiera e “ingeniero” de la autonomía del banco, en 2014. Los otros dos miembros de la Junta de Gobierno habrán de definir su postura frente al flamante gobernador. Guillermo Güemez, si bien es un financiero experimentado, su fortaleza no está en la discusión de fondo de los temas monetarios. El término de su periodo en diciembre de 2010, después de 16 años en la Junta, ha causado expectativa por el perfil del reemplazo que enviará Calderón al Senado. Manuel Sánchez es el benjamín de la Junta con escasos siete meses; tiene una buena reputación como economista, tozudo de carácter, por lo que su inserción, ahora con Carstens podría ser toda una sorpresa en la renovada Junta de Gobierno.

No es un día de campo para el banco central. La llegada de Carstens se da, quizá, en el momento de mayor reto para la Junta de Gobierno.

(El Semanario Agencia, ESA)

Samuel García