2009/08/24

El estímulo del gobierno de EE.UU. sigue siendo impopular

Por David Wessel

Hace seis meses, cuando la economía estadounidense se hundía, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el Congreso de ese país recetaron una dosis de US$787.000 millones de recortes impositivos y aumentos del gasto.

Hoy, pese a estar lejos de gozar de buena salud, la economía ha mejorado. El estímulo fiscal, sin embargo, es cada vez menos popular. Cuando una encuesta de The Wall Street Journal/NBC News preguntó en enero si el plan de estímulo era una buena idea o no, 43% de los encuestados respondió que sí, mientras 27% dijo que no. Cuando la pregunta se repitió en julio, sólo 34% dijo que sí, mientras 43% respondió que no.

Y esto sólo es para una iniciativa inocua, sin cambios compensatorios en los impuestos ni recortes del gasto. El escepticismo público ahora ensombrece las ambiciones de Obama de usar el poder del gobierno para reformar el sistema de salud, evitar el calentamiento global y reformar la educación del país.

La postura de que el estímulo fiscal fue un error absoluto es débil. Hace una década, los economistas aconsejaban que los políticos dejaran el combate de la recesión a la Reserva Federal y sus recortes en las tasas de interés. Cuando la duración promedio de una recesión tras la Segunda Guerra Mundial era de 10 meses, las desaceleraciones solían terminar antes de que el Congreso actuara.

Esta vez fue muy diferente. La recesión ya había comenzado hacía más de un año cuando Obama asumió la presidencia en enero, la Fed ya había recortado las tasas de interés a cero y la economía continuaba en caída libre. "Si alguna vez hubo un caso para un estímulo fiscal, era éste", afirma Alan Auerbach, un economista de la Universidad de California en Berkeley.

Las preguntas más difíciles son: ¿está funcionando el plan de estímulo? ¿Estuvo bien diseñado, tanto económica como políticamente? Y, ¿qué pasa con el déficit?

Como señalan todos los días los republicanos, las nóminas siguen reduciéndose. Aunque hace falta que pase más tiempo para un análisis definitivo, los analistas de Macroeconomic Advisers and Global Insight estiman que el plan de estímulo agregará un bienvenido punto porcentual o más, en promedio, al crecimiento de este año y el próximo. Eso no es suficiente para compensar los efectos negativos de la recesión, pero causa un impacto mucho más positivo que, por ejemplo, los esfuerzos del gobierno para evitar ejecuciones hipotecarias.

Entonces, ¿por qué la gente no cree que el estímulo haya ayudado? El representante demócrata Barney Frank tiene una explicación perspicaz. "No es la primera vez que como funcionario elegido envidio a los economistas", señaló durante una audiencia el mes pasado. "Pueden comparar lo que pasó con lo que podría haber pasado". Los políticos no. "Nadie fue electo en un distrito donde la calcomanía dijera: 'hubiera sido peor sin mí'", afirmó. "Probablemente uno puede ser nombrado catedrático con eso. Pero no se pueden ganar unas elecciones".

Resulta que el marketing importa. Prometer que el plan de estímulo salvaría o crearía 3,7 millones de empleos, como hizo la Casa Blanca, tenía muchas posibilidades de traer consecuencias negativas, y así ha sido. Como señaló hace poco Steven Wieting, de Citigroup, se considera ampliamente que la primera entrega del estímulo —alrededor de US$75.000 millones en recortes de impuestos y pagos únicos para individuos— no tuvo ningún efecto. Pero el programa de "efectivo por chatarra" de US$1.200 millones está recibiendo el reconocimiento como responsable de salvar a una industria automotriz que vendía tan pocos autos que un repunte era inevitable en algún momento. Quizás Obama debería haber enviado por correo cupones en lugar de reducir los impuestos en los salarios.

Aunque no era obvio en enero, ahora parece que un plan de estímulo federal de impacto lento es bienvenido. La salida de la recesión parece ser dolorosamente lenta, y el gasto federal ayudará a compensar las brechas persistentes en los presupuestos estatales y locales.

Fuente: WSJ