2011/04/27

Los fondos que redefinieron la inversión

Por Tom Lauricella

Los fondos de inversión que cotizan en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) fueron alguna vez un oscuro nicho en la industria de los fondos mutuos. Ya no.

Para encontrar evidencia de esto, basta con mirar lo que ha sucedido desde que los mercados comenzaron a recuperarse de la crisis financiera global. Desde marzo de 2009, cuando los mercados bursátiles de Estados Unidos tocaron su fondo, los inversionistas han inyectado US$57.000 millones en este tipo de fondos que poseen acciones estadounidenses. Durante el mismo período, los fondos que invierten directamente en acciones de EE.UU. sufrieron retiros de US$66.000 millones, de acuerdo con Mornigstar Inc.

En total, los inversionistas de todo el mundo tienen hoy US$1,4 billones (millones de millones) invertidos en alrededor de 3.500 portafolios que cotizan en bolsa, de acuerdo con la firma de inversión BlackRock Inc.

Pero estos fondos, que son básicamente fondos de inversión que operan siguiendo índices y que cotizan en bolsa como las acciones, han hecho más que acumular dinero.

Para los inversionistas, grandes y pequeños, han redefinido los elementos básicos de la inversión. Han demostrado ser fáciles de usar para crear portafolios diversificados. Con relativa transparencia, costos bajos y eficiencia desde el punto de vista tributario, ofrecen acceso, y salida, fácil a mercados y estrategias. Para los operadores profesionales, estos fondos ofrecen un buen margen de maniobra, lo que les permite cambiar grandes posiciones o saltar a nuevas oportunidades relativamente rápido.

En el proceso, los ETF han cambiado la forma en que las acciones y los bonos se negocian. La compra y venta de acciones de este tipo de fondos tiene repercusiones a lo largo del mercado. Las firmas de Wall Street han reconfigurado sus operaciones de negociación y venta para concentrarse más en los ETF y menos en las acciones individuales. En un día cualquiera, estos fondos están entre los valores más operados en los mercados de EE.UU.

Al mismo tiempo, sin embargo, también han generado potenciales escollos para los inversionistas, especialmente los particulares. Por ejemplo, con su capacidad de ser negociados varias veces a lo largo de una jornada— en lugar de una solo vez con los fondos mutuos— los ETF plantean la duda de si han facilitado demasiado la transacción de valores. Y algunos expertos argumentan que la prisa de los proveedores de ETF por captar participación de mercado ha resultado en ofertas de fondos que o no son necesarias o son directamente peligrosas para los pequeños inversionistas,

Los ETF no comenzaron como instrumentos exóticos. El primero fue lanzado en 1993 por State Street Global Advisors, de State Street Corp., con la clara misión de seguir el desempeño del índice Standard & Poor's 500. Hoy, SPDR S&P 500 es el mayor ETF, con alrededor de US$90.000 millones en activos.

Pero a medida que el número de proveedores y productos crece, también lo hace la complejidad de sus estrategias. Muchos prometen no solamente rastrear ciertos índices, sino también apalancar las ganancias, asegurar retornos inversos y proveer cobertura de divisas, todo para conquistar a los inversionistas que están buscando herramientas sofisticadas para atender necesidades específicas de algunos portafolios.

Atractivo minorista

Gracias a su variedad, no son solamente para los corredores profesionales o los sofisticados. Los ETF están teniendo cada vez más presencia en los portafolios de personas que toman sus propias decisiones, dice Peter Crawford, director de marketing de fondos externos en Charles Schwab, una firma de corretaje minorista de EE.UU. Entre los clientes que Schwab clasifica como particulares, los activos de ETF crecieron en diciembre de 2010 a 37% de sus carteras frente a 30% a fines de 2009.

En Northern Oak Capital Management, una firma de Milwaukee, la mayoría de los portafolios de los clientes ha sido rediseñada de forma que gire en torno a los ETF. Hace diez años, los portafolios se centraban en las acciones individuales, dijo el jefe de inversiones David Becker. Ahora, 50% de las inversiones en acciones de sus clientes están en estos fondos.

La empresa sigue una estrategia "de centro y satélite" común desde que aparecieron los fondos más sofisticados. Los asesores mantienen un portafolio central y diversificado de ETF, después suman o restan los fondos de este tipo que están concentrados en un segmento más específico del mercado, como los países emergentes, dependiendo de sus perspectivas.

Pero algunos dicen que el aspecto negativo de la creciente popularidad de estos fondos es la "fiebre del oro" que ha provocado entre los promotores de los fondos, una actitud que supone niveles de riesgo y complejidad que exceden ampliamente aquellos a los que el inversionista común está acostumbrado.

Quizás crítico el más arduo de los ETF ha sido el fundador de la firma de inversión Vanguard, John C. Bogle. El ejecutivo se opone a todo lo que anime a los inversionistas individuales a involucrarse en transacciones de alta frecuencia. En 1999, Bogle comparó a los ETF con una pistola: muy buena para cazar, "pero también excelente para el suicidio".

Otros asuntos se han planteado también. Debido a la complejidad de los futuros de los commodities, el desempeño de algunos ETF ha diferido mucho de los movimientos de los precios de las materias primas subyacentes a ellos. Por ejemplo, a fines de marzo, las acciones del fondo U.S Natural Gas bajaron 17% respecto al año anterior, pero los precios del gas natural estaban 7,4% al alza.

Don Phillips, director de investigación de fondos en Morningstar, dice que en los ETF persiste una mentalidad de vendedor de armas: "Nosotros solamente fabricamos las armas y lo que la gente haga con ellas no es nuestra responsabilidad".