Por Sam Mamudi
Durante al menos una generación, los profesionales de las finanzas han insistido con vehmencia en un pilar de las inversiones: las acciones le dan fuerza a un portafolio, mientras que los bonos proveen protección.
Ahora, algunos profesionales cuestionan esa creencia. Después del colapso bursátil del año pasado, y ante una recuperación económica posiblemente débil, argumentan que los bonos y algunos valores alternativos como las materias primas merecen mayor ponderación.
Claro que el índice Standard & Poor's 500 cerró agosto con un alza de 51% desde su mínimo en marzo y acumula un retorno de 13% en los primeros ocho meses del año. Ese repunte, no obstante, ha dejado las acciones mucho menos baratas que hace unos meses. Además, según los profesionales del sector, durante al menos los próximos años es poco probable que las acciones vuelvan a sus máximos previos, especialmente si una recuperación lenta restringe el crecimiento de las ganancias de las empresas. Aun si las acciones en general producen a largo plazo retornos más altos que los bonos, la diferencia puede no ser tan grande para justificar la mayor volatilidad de la renta variable.
Por otra parte, la clásica división 60-40 entre acciones y bonos —la fórmula que muchos fondos balanceados usan para distribuir inversiones en EE.UU.— ignora las clases de activos alternativos que pueden generar retornos con diferentes niveles de riesgo.
La asignación de activos debería ser "más dinámica", señala Andrew Silverberg, cogestor del fondo de inversión Alger Balanced Fund. "Hay muchas oportunidades al otro lado de los balances fiancieros", agrega, en referencia a los bonos corporativos.
Bonos en la delantera
Apesar de su reciente alza, las acciones estadounidenses no han tenido un buen desempeño en los últimos dos años. El S&P 500 ha caído cerca de 30% desde el 31 de diciembre de 2007. Los bonos han tenido un rendimiento muy superior. Por ejemplo, un índice de bonos estadounidenses de Barclays ha subido 10,1% durante el mismo lapso.
A los tenedores de bonos les fue mejor que a los inversionistas en acciones también en los últimos cinco años y en la última década, lo que contradice la creencia de que las acciones superan a los bonos en el largo plazo. Durante los últimos cinco años, el S&P 500 retornó un promedio de 0,1% al año, mientras que el índice de bonos de Barclays tuvo un rendimiento anual promedio de 5%. En cuanto a los últimos diez años, el índice bursátil perdió un promedio de 3,7% por año, mientras que los bonos generaron un retorno de 6,3%.
Históricamente, las acciones han tenido máximos mucho más altos pero mínimos mucho más bajos que los bonos. En su mejor año en los últimos 50 años, 1975, las acciones estadounidenses generaron un rendimiento de 37%, pero cayeron 37% en su peor año, 2008. Para los bonos, en cambio, el mejor año fue 1982, cuando tuvieron un retorno de 36%, mientras que su peor año fue 1999, cuando cayeron 6%.
En cuanto a las inversiones alternativas, el Índice Reuters/Jefferies CRB, el indicador de commodities globales más antiguo, ha producido retornos anualizados de 1,5% durante los últimos cinco años y de 8,6% durante los últimos diez. El Índice de Mercados Emergentes MSCI ha subido 50% este año y ha producido rendimientos anualizados de 17% y 10,4% en los últimos cinco y diez años, respectivamente.
Uno de los detractores más acérrimos de la idea de invertir mucho en acciones para el largo plazo es Rob Arnott, presidente de la gestora de fondos Research Affiliates, quien hace poco escribió un artículo para el Journal of Indexes que demuestra que una estrategia de inversión en bonos del Tesoro estadounidense a 20 años habría superado el rendimiento de las acciones en los últimos 40 años.
Arnott, un experimentado analista financiero, afirma que la teoría del portafolio balanceado en 60-40 se hizo popular luego del explosivo crecimiento de la bolsa estadounidense de 1949 a 1965, lo que le dio a los inversionistas la "idea equivocada de poner las acciones en el centro de nuestro universo de inversiones". Durante ese período de 17 años, el retorno anualizado del S&P 500 fue de 16,3%, mientras que los bonos subieron 1,9% al año.
En los últimos 200 años, dice Arnott, las acciones han superado a los bonos en 2,5 puntos porcentuales al año, pero la mitad de proviene de ese período entre 1949 y 1965. El ejecutivo opina que el colapso del año pasado debería ser una señal de alarma para que los inversionistas reduzcan sus inversiones en acciones y diversifiquen de forma más amplia. "No hay una sola respuesta" a la pregunta de cómo un inversionista promedio debería asignar sus recursos, explica Arnott, sin embargo recalca que la mayoría debería poner por lo menos 20% en activos alternativos. Desde 2006, Arnott en general ha estado reduciendo la exposición a acciones del fondo Pimco All Asset que administra para la gestora Pacific Investment Management Co. Para los inversionistas que están muy expuestos a las acciones, "este es el momento perfecto para mudarse a otro lugar", incluyendo a activos alternativos como las materias primas, aconseja Arnott. "Pero muchas personas seguirán el camino convencional de 60-40, y creo que eso es un error".
"Es simplemente ridículo"
Otros gestores concuerdan. "Cualquier tipo de asignación porcentual estricta no tiene sentido", asegura Steven Romick, gestor del fondo FPA Crescent Fund. "Es simplemente ridículo". Su fondo, que puede invertir en cualquier activo, tiene 38% en acciones, 28% en bonos corporativos y 7% en posiciones al descubierto; el resto está en efectivo, a la espera de ser asignado.
Para Romick, en el entorno estadounidense actual los bonos corporativos son más atractivos que las acciones. En un momento en el que los precios de las acciones están a un nivel similar a su promedio histórico tras el reciente ascenso, "no te pagan lo suficiente como para entrar al juego", dice Romick, quien agrega que "el crecimiento no va a ser bueno por varios años". Su fondo ha subido 18,2% en lo que va del año.
¿Seguir en el camino?
De todos modos, muchos profesionales de las finanzas siguen creyendo que las acciones deberían ser el componente central de un portafolio a largo plazo. Ned Notzon, presidente del comité de asignación de activos en la gestora de T. Rowe Price, opina que las acciones en general superarán a los bonos en el largo plazo. Notzon agrega que es riesgoso tratar de eludir los períodos de pobre desempeño bursátil y luego invertir mucho en acciones en épocas de bonanza. El gestor también es cauteloso hacia los bonos "debido a la cuestión inflacionaria". Como los tenedores de bonos reciben los intereses en términos nominales, un alza de la inflación disminuye tales pagos en términos reales.
El grupo de asignación de activos de T. Rowe Price, que basa sus deciones en las perspectivas para los mercados en los próximos 18 meses, recomienda para el portafolio balanceado de la firma destinar un 65% a las acciones y un 35% a los bonos.
Sam Mamudi es reportero para MarketWatch en Nueva York.
Fuente: WSJ