2011/03/09

Consejos sobre corretaje de divisas de los "expertos" japoneses

Por Sarah Morgan

En Estados Unidos, la negociación en el mercado de divisas todavía es una apuesta marginal para sólo un puñado de operadores. Pero a más de 11.000 kilómetros, los japoneses son casi expertos: operan a toda hora para vender al descubierto el yen contra la lira, siguen obsesivamente las decisiones de los bancos centrales, y son un actor con tanta fuerza que están alterando los precios de las divisas en todo el mundo.

Para un país de 127 millones de habitantes, el poder de los operadores japoneses de monedas podría parecer sorprendente. A nivel global, las cuentas de negociación de divisas de los hogares, o minoristas, representan menos del 10% de los US$4 billones de transacciones diarias con divisas, pero los operadores japoneses registran tanta actividad que producen movimientos significativos en aquellas monedas que favorecen. Por ejemplo, el 4% de las operaciones diarias con la libra británica puede ser ligada a los inversionistas minoristas japoneses, así como el 5% de las negociaciones con el dólar australiano, según un estudio en 2009 del Banco de la Reserva de Australia. En total, los inversionistas japoneses representan un 30% de la negociación a la vista en yenes, según el Banco Internacional de Pagos.

Para los estadounidenses, esto suena casi imposible. Pero para quienes están familiarizados con el ambiente japonés del mercado de divisas, no es sorprendente. "Ese el tamaño que tienen", dice Javier Paz, un analista senior de Aite Group, una firma de consultoría de servicios financieros. Y son entusiastas. A pesar de las nuevas restricciones sobre el nivel de apalancamiento que los operadores pueden utilizar (y, por lo tanto, cuán rentables o riesgosas pueden ser las operaciones), el número de operadores minoristas subió el 15% entre 2009 y 2010, según Aite Group.

¿Porqué los inversionistas japoneses son tan entusiastas de la negociación con monedas? En primer lugar, los hogares japoneses, en su conjunto, están llenos de efectivo. La tasa de ahorro de los hogares ha sido alta históricamente: llegó al 15% a comienzos de la década de los 90, aunque la tasa ha caído al 2% en los últimos años, según el Fondo Monetario Internacional. (Durante el mismo período, la tasa de ahorro de los hogares estadounidenses nunca fue superior al 8%). Al mismo tiempo, los ahorristas en Japón han estado estancados con tasas de interés sumamente bajas, dice Paz. Y cuando el mercado bursátil interno se mantiene relativamente sin cambios y la economía depende fuertemente del comercio exterior, las operaciones con monedas despertaron el interés japonés. "En general, los ciudadanos japoneses están mucho más acostumbrados a tratar de entender y seguir lo que ocurre en otras partes del mundo", afirma Paz.

Por supuesto, el entusiasmo no necesariamente implica éxito. A las firmas de corretaje japonesas no se les exige informar sobre el desempeño de los inversionistas como ocurre en EE.UU., así que no hay forma de saber si realmente están ganando dinero. Pero una cosa es segura: los estadounidenses no están ganando. Alrededor del 65% de las cuentas de negociación de divisas en Estados Unidos pierde dinero, según una investigación de SmartMoney.com. Solamente por esa razón, no puede hacer daño ver lo que han aprendido los operadores minoristas japoneses en sus años de experiencia.

Considere las operaciones de "carry trade", pero sea cuidadoso. Los bajos rendimientos en Japón han hecho de las operaciones de carry trade -o cuando los inversionistas se endeudan en una moneda con tasas de interés relativamente bajas para adquirir otra moneda que ofrece mayores rendimientos- una medida popular, dice Dean Popplewell, el analista jefe de monedas de Oanda, una firma de corretaje minorista en el mercado de divisas.

La forma más directa de hacer esto es tomar un préstamo en un país con bajas tasas de interés, como Japón, y después abrir una cuenta de ahorros en otro país donde las tasas de interés son más altas, como Australia, de forma de ganar más en intereses en el extranjero de lo que se paga en su país. Los corredores de divisas simplifican este proceso (a cambio de una comisión, por supuesto) y le permiten a los inversionistas obtener la tasa de interés del dólar australiano simplemente al comprarlo contra el yen (el operador toma el otro lado de esta operación).

"En el mundo de las divisas, una operación de carry trade con un apalancamiento muy bajo es una inversión conservadora si se la compara con otros tipos de negociación", afirma John Jagerson, fundador de Learning Markets LLC, y co autor del libro "Profiting With Forex" (Obtener ganancias con el mercado de divisas). Cuando los tipos de cambio se mantienen relativamente estables, este tipo de operación puede ser muy rentable, como fue para muchos inversionistas japoneses entre 2003 y 2007.

Pero estas operaciones de carry trade de todos modos presentan riesgos importantes. Un inversionista que utiliza un apalancamiento en una relación de 50 a 1 sería anulado por una caída del 2% en el valor de la moneda que hubiera comprado, sostiene Jagerson. Con una relación de 5 a 1, sería necesario un cambio del 20% en el tipo de cambio para barrer una posición. Los movimientos de esa magnitud son raros, pero difíciles de predecir, advierte Jagerson. La importante caída del dólar australiano contra el yen en 2008 les causó enormes pérdidas a los inversionistas minoristas japoneses, según el Banco de la Reserva de Australia.

Fuente: WSJ

2011/03/08

La batalla de los titanes del corretaje de divisas

Por Katie Martin

En octubre, un ejecutivo de UBS AG hizo un comentario alarmante durante una teleconferencia con analistas. El banco suizo, dijo, necesitaba "subirse los calcetines" para recuperar la participación de mercado que había perdido en el mercado de divisas.

Esta admisión de debilidad —poco usual en la hermética industria— llevó a que otros bancos de primera línea se regocijaran. Pero, en realidad, tenían pocos motivos para celebrar. La competencia es mucho más feroz para todos los peces gordos en un negocio de US$4 billones (millones de millones) al día.

Hasta hace poco, los grandes bancos en el mercado cambiario parecían invencibles. Ahora, otras grandes entidades, como la francesa BNP Paribas SA y la japonesa Nomura Holdings Inc., están apuntando a los líderes. Para ello se valen de generosas ofertas de remuneración para robarles empleados a nombres establecidos, les ofrecen a los clientes precios muy competitivos y tratan de imitar la tecnología de corretaje de los pesos pesados.

"No hay duda de que sentimos la presión de los que acaban de llegar al mercado entre fines de 2009 y principios de 2010, especialmente en las contrataciones", reconoce Jeff Feig, director de divisas en Nueva York de Citigroup Inc., el cuarto banco en corretaje cambiario.

Durante un largo tiempo, muchas instituciones financieras consideraban que el corretaje de divisas era un negocio aburrido; más seguro, tal vez, que otras actividades, pero menos rentable. Las ganancias que arrojan las transacciones individuales son ínfimas: unos US$70 sobre una operación de hasta US$1 millón en las monedas principales.

Entrar en el corretaje de divisas también es caro. Para ganar dinero de verdad, los bancos deben manejar cantidades voluminosas y eso significa invertir cuantiosas cantidades en personal y tecnología. Las entidades más rápidas pueden sacar y actualizar precios en menos de un cuarto de lo que una persona tarda en pestañear.

Cuando azotó la crisis financiera, muchos bancos que habían evitado el negocio de corretaje cambiario le dieron un segundo vistazo. Tras el colapso de Lehman Brothers en 2008, el volumen de operaciones en divisas se disparó y muchos inversionistas se refugiaron en los aparentemente seguros bonos soberanos de Estados Unidos denominados en dólares. Las operaciones fluyeron a través del sistema igual que siempre y muchos bancos cosecharon ganancias récord relacionadas a las divisas; el flujo creció en torno a 20% entre 2007 y 2010, según el Banco de Pagos Internacionales.

De hecho, el corretaje cambiario se destaca como posiblemente el único negocio bancario que salió ileso de la crisis. A diferencia de otras actividades más autodestructivas como los productos de deuda estructurada, el corretaje cambiario no está en peligro de extinción, dado que desde bancos centrales a turistas necesitan divisas.

Todo esto aumenta el atractivo del corretaje de divisas. Muchas firmas de peso han convertido este negocio en su prioridad, incluidos los bancos franceses BNP Paribas y Société Générale. Credit Suisse Groupe, un jugador de una envergadura ya considerable, también tiene grandes ambiciones. Estas instituciones están invirtiendo en tecnología y personal para conquistar una mayor participación de mercado, un requisito en un negocio donde el volumen lo es todo.

Las inversiones generalmente se centran en recortar microsegundos del tiempo que lleva actualizar los precios y asegurar que los sistemas puedan acomodar clientes exigentes y de gran volumen, sobre todo, fondos de cobertura. Los bancos gastan mucho en sus propios sistemas de operaciones, para asegurarse de brindar a sus clientes sofisticadas formas de ejecutar transacciones, a menudo, intentando emular el éxito que ha tenido Barclays Capital. Además, invierten tiempo y dinero en asegurarse de que sus precios llegan antes a los sistemas de comercialización independientes y a una tasa más competitiva que la de otros bancos.

Pero los grandes bancos creen que los nuevos rivales pronto empezarán pensar que esta batalla es demasiado dura, particularmente cuando busquen destacar en todas las áreas. "Competir con los seis grandes es como montar una hamburguesería en frente de un McDonald's", dice un ejecutivo de una gran firma. "Usted podría hacer una hamburguesa mejor en esa calle, pero no competirá a escala global".

Los bancos más pequeños tendrán que empezar a mostrar los resultados de sus iniciativas en el próximo año. Si caen de bruces, podrían afincarse en nichos, como el de los productos estructurados, la especialización regional o tipos específicos de clientes.

[bancos]
Fuente: WSJ

2011/03/07

Por qué la vida del corredor de monedas es más compleja (y rentable)

Por Tom Lauricella

Parece que la calma está llegando a su fin.

Durante el último año, los mercados de divisas extranjeras han estado muy tranquilos. Parte del reconocimiento es para el euro, que le dio a Europa una moneda única y contribuyó así a simplificar la ecuación para los inversionistas. A la vez, una gran cantidad de países emergentes puso en orden sus cuentas fiscales y terminó con los grandes vaivenes de sus economías y mercados. Luego llegó el colapso financiero en 2008.

El euro ha tenido altibajos a medida que los inversionistas barajan las divergentes circunstancias en las economías europeas y debaten cómo rescatar a los países en problemas. En otros lugares, los inversionistas están lidiando con bancos centrales concentrados en frenar la valoración de sus monedas. En EE.UU., aún hay temores de que la Reserva Federal planee devaluar el dólar.

Los mayores riesgos les ha complicado la vida a los corredores de divisas extranjeras, o de hecho a cualquiera que necesite cambiar de una moneda a otra, ya sea para comprar acciones o bonos extranjeros, construir una fábrica en otro país o simplemente planear un viaje. Es más difícil establecer estrategias de inversión, administrar activos y evitar grandes pérdidas. Como consecuencia, los operadores de divisas se esfuerzan por adaptarse.

"Lo que era una crisis de deuda del sector privado tanto en finanzas hipotecarias como bancarias ahora se ha transformado en un problema de deuda del sector público... y eso es mucho más grave para las monedas", afirma Eric Stein, un director de portafolio de Eaton Vance Global Macro Absolute Return Fund.

Pero la historia de la volatilidad tiene otra cara: el potencial de cosechar enormes ganancias en los mercados agitados. A medida que las tasas de interés oscilan ampliamente, las monedas registran movimientos extremos y muchas coquetean con valores máximos históricos, incluido el franco suizo versus el euro.

En momentos en que los mercados de divisas son más volátiles, muchos inversionistas buscan quedarse con una tajada del pastel. El volumen de transacciones diarias se ubica en US$4 billones (millones de millones), según una encuesta de realizada por el Banco de Pagos Internacionales, y UBS pronosticó hace poco que el mercado alcanzaría los US$10 billones diarios para 2020.

Los grandes riesgos que enfrentan los corredores de divisas actualmente provienen de dos direcciones: las economías desarrolladas y los países emergentes.

Los bancos centrales más importantes han recurrido a medidas extremas de política monetaria para mantener sus economías a flote. En EE.UU., la Reserva Federal ha iniciado una segunda rueda de alivio cuantitativo, comprando bonos del Tesoro. Hace unos meses, el Banco de Japón puso en marcha un programa similar.

Inyectar divisas a una economía ayuda a poner dinero en manos de los ciudadanos. Pero también hace que este efectivo sea menos valioso, por lo que los inversionistas en divisas lo abandonan y buscan monedas menos propensas a la devaluación.

A menudo, eso significa volcarse en las economías emergentes que han incrementado su perfil en el panorama económico global. El dólar de Singapur y el baht de Tailandia, por ejemplo, han subido en el último año 11% frente al dólar de EE.UU.

Aquí es donde empieza a fraguarse el segundo riesgo. Muchos de estos mercados emergentes no quieren tanta atención y están tomando medidas para mantener alejados a los inversionistas. Las exportaciones son clave para estos países, por lo que una moneda más fuerte podría encarecer sus bienes. Además, todos estos flujos de capital calientan sus economías y presagian inflación.

Fuente: WSJ