Por James T. Areddy
La lista de frustraciones por las deficiencias de China como una tierra de oportunidades para los bancos y las firmas extranjeras de inversión es larga. Pero muchas están entusiasmadas con las ganancias que están registrando en el gigante asiático.
En el año pasado, China, excluyendo a Hong Kong, fue el cuarto país más rentable del mundo para la división del británico HSBC Holdings PLC que negocia la moneda local, además de bonos y derivados, para sus grandes clientes corporativos. La división generó US353 millones en ganancias netas (antes de impuestos), un alza de 137% que compensó las pérdidas en su división de banca de personas. HSBC no reveló sus resultados del primer trimestre en China.
Citigroup registró un salto de 95% en su ganancia neta en China en 2008, que llegó a los US$191 millones, impulsado por un aumento de 20% en las transacciones cambiarias para empresas. Ese alza marca un acentuado contraste con el total de US$27.680 millones en pérdidas que el banco neoyorquino reportó el año pasado.
Las dificultades de la banca en Estados Unidos y otras regiones del mundo ponen de relieve la importancia creciente de los mercados en desarrollo como China e India, aunque estos países generen una pequeña porción de los ingresos y ganancias para los bancos extranjeros que ahí operan. El crecimiento de los negocios también muestra que Beijing está ofreciendo a los bancos, gestores de fondos y otras firmas extranjeras un espacio para actuar, pese las rígidas restricciones del sistema financiero del país.
China, por ejemplo, ejerce un estricto control sobre el tipo de cambio y los flujos de capital que entran y salen del país, lo que puede limitar el papel de las firmas extranjeras. De todos modos, J.P. Morgan Chase & Co. informa que realiza cerca de 25% de las transferencias en dólares desde China hacia EE.UU., un volumen similar al que registra en otros países.
"El hecho de que la moneda es controlada no significa que no existan oportunidades para hacer dinero", dice Lisa Robins, jefa de servicios de tesorería para J.P. Morgan en Beijing. "Nuestro negocio en China está creciendo y es rentable".
Los extranjeros también enfrentan limitaciones sobre las inversiones directas en el mercado bursátil de China. Aún así, el año pasado las firmas globales de administración de patrimonio operaron 23 empresas conjuntas con socios locales en el país, controlando casi la mitad de la industria china de fondos mutuos, la que cuenta con US$290.000 millones en activos. Cada una de esas firmas generó, en promedio, US$52 millones en comisiones administrativas, según Z-Ben Advisors Ltd., una firma de investigación.
Y a pesar de que los extranjeros técnicamente no pueden negociar contratos a futuro de commodities en China, algunas de las mayores casas de corretaje han hallado formas indirectas de operar a través de corredores locales. Las firmas extranjeras están surgiendo como participantes influyentes en las cuatro bolsas del país, incluyendo la de futuros de soya. "Están negociando grandes volúmenes", dice un analista bancario especializado en el sector.
En las últimas semanas, China intensificó sus esfuerzos de posicionar a Shanghai como un centro global de finanzas y transporte marítimo. El gobierno ya se comprometió a hacer cambios favorables al mercado en sus reglas, reducir impuestos y lanzar nuevos productos y avances tecnológicos. A pesar de la recesión global, esas iniciativas reflejan la convicción de que el creciente poderío económico chino llevará más dinero para ser gestionado en Shanghai.
El gobierno central está decidido a atraer a bancos, corredoras y otras firmas globales a Shanghai en los próximos diez años, promoviendo la ciudad como un lugar a la par de Hong Kong, Londres y Nueva York. "Es algo que tiene importancia estratégica y de largo plazo", dice Liu Tienan, vicepresidente del consejo de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reformas, una agencia de planificación del país.
Shanghai figura en pocas listas de los principales centros financieros del mundo. En marzo, un índice divulgado por el centro financiero de Londres clasificó la ciudad china en el 35º lugar. Entre sus desventajas figuran la fuerte intervención gubernamental en todos los aspectos, desde determinar quién puede emitir, negociar o garantizar acciones hasta qué tasa de interés tendrán los bonos. Muchos también apuntan a las deficiencias en la infraestructura jurídica, tributaria y de medios de la ciudad.
El sector financiero de Shanghai, ocupando principalmente los rascacielos futuristas en el barrio de Pudong, emplea 120.000 personas en 689 firmas. La mayoría son aseguradoras, bancos o corredoras de bonos, según el gobierno. Las finanzas representan cerca de 7% del Producto Interno Bruto de la ciudad, índice un poco menor que el de Nueva York, pero muy inferior al 12% de Hong Kong.
La estrategia de crecimiento de China tiene la meta de crear un centro financiero global que mantenga las características chinas. El gobierno supone que la atracción de China le da margen de maniobra para mantener el control de las herramientas básicas del sistema financiero, incluyendo una maraña de reglas que rigen el yuan. Pero la divisa no convertible de China hace difícil para Beijing ofrecer a extranjeros acceso ilimitado a sus mercados financieros.
"Para ser un verdadero centro financiero global, es necesario contar con una moneda plenamente convertible", dice Keith Noyes, director para la región de Asia de international Swaps & Derivatives Association Inc.
Fuente: WSJ