De igual modo que se consideró que Goldman Sachs ofrecía un rayo de esperanza para Wall Street, los optimistas ven en China un elemento para la alegría en un mundo en recesión. Es cierto que la tercera mayor economía mundial reveló una nueva ralentización de crecimiento económico, creciendo un 6,1% en el primer trimestre con respecto al mismo periodo del año anterior.
Pero esto supone en cierto modo una especie de estabilización, ya que la desaceleración de los índices de crecimiento anual cae de forma pronunciada. Mejor aún fue el giro dado por los datos de marzo. Los eufóricos analistas dedicaron el jueves a perfilar los gráficos en forma de “V”.
Cierto optimismo está justificado. La voluntad y capacidad de Pekín para que el gasto ayude al país a salir de la ralentización quedó claramente patente con el incremento el 30 de marzo de la inversión en activos fijos urbanos con respecto al mismo periodo de año anterior. Los bancos, bajo las órdenes del gobierno, conceden créditos de forma frenética.
El suministro de dinero M2 (billetes y monedas en circulación, más los depósitos y cuentas de ahorros) está creciendo a un ritmo récord. Los préstamos han aumentado un 30%. Y el historial de gasto fiscal de China es mejor que, por ejemplo, el de Japón. El Banco Mundial calcula que el estímulo fiscal del país por valor de 100.000 millones de dólares (75.596 millones de euros) entre 1998 y 2002, que suponía el 7,8% del producto interior bruto de 1998, tuvo una influencia cuatro veces superior a la de inversiones similares de otros gobiernos.
Esa inversión, sin embargo, se destinó principalmente a infraestructuras. Esta vez, la disciplina parece más irregular. El gasto en vivienda, por ejemplo, no cuadra con la debilidad del sector inmobiliario; ni con las recientes predicciones del comité asesor del gobierno sobre la reducción de los precios a la mitad en los próximos dos años. El rápido aumento del crédito bancario da lugar inevitablemente a más préstamos dudosos.
Si se tiene en cuenta que el nivel de nuevos créditos alcanza a fecha de hoy casi el mismo nivel que en todo 2008, también podría preparar el terreno para súbitas retiradas. Pekín, cuyas tempranas políticas restrictivas ayudaron a precipitar la ralentización económica del país, tiene tendencia a empujar y levantar el pie del pedal.
La confianza del resto del mundo en que la demanda china se extendería, ayudando a mejorar la economía global, no se ha materializado. Komatsu, uno de los mayores fabricantes de maquinaria pesada, observó cómo las ventas de su unidad china caían un 28% en marzo con respecto al mismo periodo del año anterior. Cualquier recuperación en forma de "V" presentará una claras características chinas.
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