Por Stacy Meichtry
ROMA—Tras meses de negociaciones, Fiat SpA selló una alianza con Chrysler LLC. Ahora su presidente ejecutivo, Sergio Marchionne, enfrenta un desafío mayor: reestructurar una de las automotrices más atribuladas de Estados Unidos. Marchionne enfrentará una verdadera carrera contra el tiempo para refrescar la línea de productos de Chrysler, mientras la empresa utiliza rápidamente los fondos facilitados por el gobierno.
Según los términos del acuerdo firmado ayer, que se anunció paralelamente a la noticia de que Chrysler reestructurará sus pasivos bajo las leyes de protección por bancarrota, el sindicato United Auto Workers (UAW) tendrá un 55% de la empresa resultante de la alianza entre Fiat y Chrysler, lo que puede limitar la capacidad de Marchionne para realizar una reorganización más profunda. "Tenemos que pensar que la UAW tendrá una gran influencia en las decisiones sobre dónde se fabricarán en el futuro los vehículos", señaló Mark Fulthorpe, analista de CSM Worldwide.
Fiat recibirá inicialmente una participación de 20% en Chrysler, la cual podría ascender a 35% si se cumplen algunas metas. La automotriz italiana tiene la opción de convertirse en un socio mayoritario una vez que se paguen los préstamos del gobierno. A cambio, Fiat le proveerá a Chrysler la tecnología para producir modelos pequeños y económicos, además de acceso a su red de concesionarios en Europa y América Latina.
Se espera que, al mismo tiempo que se ocupa de Chrysler, Marchionne siga al mando en la sede central de Fiat, en Turín, donde una de sus prioridades será forjar nuevas alianzas, incluyendo la posibilidad de un pacto con Opel, la filial alemana de General Motors.
La agresiva campaña para hallar nuevos socios es parte de la receta de Marchionne para asegurar la supervivencia a largo plazo de Fiat. El ejecutivo pretende impulsar la producción de los actuales 2,2 millones de vehículos a cerca de 5,5 millones, un aumento que, según espera, reducirá proporcionalmente las sumas que Fiat invierte en el desarrollo y lanzamiento de nuevos modelos. Chrysler y Fiat fabricaron 4,4 millones de vehículos en 2008. "Nuestro trabajo apenas comienza, pero con nuestros socios de Chrysler esperamos aprovechar el vasto potencial de la alianza", dijo Marchionne el jueves.
Marchionne tiene un historial de escapar airoso de situaciones difíciles. Cuando asumió la presidencia ejecutiva de Fiat, en 2004, el fabricante italiano tenía una deuda de US$8.800 millones y sus relaciones con los sindicatos eran tensas en momentos en que la compañía intentaba reducir costos a través del cierre de plantas en Italia. La automotriz también mantenía una tensa alianza con GM. Marchionne "no estaba al tanto de la magnitud de los problemas hasta que empezó a trabajar. Lo importante era sobrevivir", dijo John Elkann, director del patrimonio de la familia Agnelli y presidente de Exor SpA, el conglomerado que controla a Fiat.
Más allá de un fugaz paso por la junta directiva de Fiat, Marchionne no tenía experiencia en la industria automovilística. Llegó a Fiat después de encabezar SGS, una firma especializada en la inspección y certificación de productos de exportación, desde alimentos a materiales de construcción.
Su falta de familiaridad con Fiat y el sector terminó siendo útil para Marchionne, quien convenció a General Motors para que pagara US$2.000 millones para anular la alianza con la empresa italiana. El pago le dio más tiempo para reestructurar Fiat y el capital necesario para lanzar nuevos modelos y recuperar participación de mercado. En lugar de cerrar fábricas en Italia, Marchionne eliminó varias capas gerenciales.
Las medidas ayudaron a mejorar la relación con los sindicatos, que dialogan con Marchionne sobre cómo mejorar las condiciones de trabajo y la productividad en las plantas de la automotriz.
La semana pasada, representantes de los sindicatos italianos de Fiat viajaron a Detroit para hacer una presentación ante Ron Gettelfinger, el líder de la UAW, sobre su jefe. "Les dije que Marchionne podría ser el hombre adecuado para el trabajo", dice Bruno Vitali, representante sindical de Fiat.
Fuente: WSJ