Los últimos indicadores de ventas minoristas, producción industrial y exportaciones en España han sido mejor de lo esperado, pero la mayor sorpresa positiva la teníamos en los datos de paro registrado y afiliaciones a la Seguridad Social de mayo que se vieron confirmados con el dato de junio publicado la pasada semana.
El crecimiento del PIB se puede explicar por un mayor número de ocupados o por una mayor productividad de los mismos por lo que los datos de empleo son la principal variable que utiliza el NBER para determinar la cronología cíclica de la economía estadounidense.
En EEUU utilizan una encuesta para estimar el empleo no agrícola mensualmente, pero en España disponemos del registro de la Seguridad Social que nos da información sobre el conjunto de la población ocupada y eliminamos los errores muestrales asociados a cualquier estimación estadística. La evolución de empleo tiene un elevado componente estacional en España por lo que todo el análisis que se realizará a continuación se basa en datos corregidos de estacionalidad.
En el gráfico 1 se puede observar cómo la intensidad de la destrucción de empleo ha disminuido significativamente en los dos últimos meses. En enero se destruían 180.000 empleos netos, en mayo se destruyeron 30.000 y en junio 26.000. la menor destrucción es generalizada en todos los sectores pero es la industria que la que sigue destruyendo empleo con mayor intensidad y explica la mitad del total destruido en junio.
Los temores son que la menor destrucción de empleo esté asociada al Plan de obras municipales y cuando se acabe se vuelva a destruir empleo. Es cierto que el Plan ha reducido significativamente la destrucción de empleo en la construcción pero es el sector servicios, con más de 12,5 millones de empleos, el que mejor ha evolucionado por lo que la tendencia de recuperación no es transitoria. A principios de año, servicios destruía 65.000 empleos mensuales, en abril y mayo 25.000 y en junio 12.000.
En el primer trimestre las afiliaciones se contrajeron un 2.6% trimestral y en el segundo trimestre un 1.5%. Aún nos faltan por conocer varios datos de junio pero ya podemos anticipar que la contracción del PIB será de mucha menor intensidad en el 2tr09 y mantenemos nuestro escenario de un crecimiento de la tasa trimestral del PIB próxima a cero o incluso positiva en el cuarto trimestre de 2009 por lo que habría finalizado la recesión. No obstante, cuando salgamos del túnel nos encontraremos un panorama muy diferente al que dejamos al entrar. Las crisis de esta magnitud dejan heridas que tardan mucho tiempo en cicatrizar, la principal el desempleo.
En el gráfico 2 se puede observar la evolución de la tasa de paro y de sus dos componentes, población activa y empleo. Aunque la destrucción de empleo se modera, la economía seguirá destruyendo empleo neto durante algunos meses más. Luego el PIB tendrá que crecer por encima del crecimiento de la productividad para crear empleo y además por encima de la población activa para que disminuya la tasa de paro.
En el gráfico se observa cómo la población activa aumentó próxima al 3% en 2008, a pesar de que la demanda de empleo se había desplomado. Sin duda los flujos de inmigración son la explicación y son por ello donde el desempleo ha aumentado de forma notable. Uno de cada tres desempleados es inmigrante. En el primer trimestre del año los flujos migratorios se frenaron en seco y en los próximos trimestres esperamos incluso flujos negativos, aunque la mayor parte de los inmigrantes que han venido en los últimos años se quedarán en España. Esto ayudará a frenar la intensidad del aumento de la tasa de paro pero no a reducirlo. Recordemos que en 1994 la tasa de paro superó el 20% y no bajó hasta el 8% en 2007.
Por lo tanto, aunque el PIB registre tasas de crecimiento positivas, los ciudadanos no percibirán la recuperación hasta que vuelvan las oportunidades de empleo para desempleados y nuevos activos y hasta que los ocupados dejen de temer por perder su empleo.
Si sumamos restricción de crédito, sobreendeudamiento de muchas familias y la necesidad de adecuar sus balances a la nueva realidad mantendrán elevada la propensión a ahorrar, un crecimiento del consumo débil y una recuperación lenta y plagada de vicisitudes. Por lo tanto, los datos invitan a abandonar el excesivo pesimismo del último año pero siguen recomendando prudencia.