La respuesta a la crisis financiera actual no solamente no tiene antecedentes. Hace un año, como dice James Grant, era inimaginable. Los tipos de interés han sido recortados al cero. Los Gobiernos han rebajado impuestos, han dado rienda suelta al gasto público y han prometido ampliarlo todavía más: un billón de dólares por aquí, un billón de dólares por allá y en poco tiempo ya estamos hablando de dinero de verdad. Los inversores y los consumidores han recibido las noticias esperanzados, algunos de ellos imaginándose que el impulso que provenga de estas medidas de emergencia podría ser permanente.
Pero esta idea es irracional -aunque el boom de fin de año pasado demuestre que el comportamiento irracional puede durar más de lo que la mayoría imagina. Aún así, parece que está sucediendo así. Los hogares estadounidenses, por ejemplo, no están ahorrando tanto como deberían. En el último trimestre de 2008, la deuda de las familias estadounidenses cayó en 100.000 millones de dólares, o un 1%. Pero como apunta Andrew Hunt Economics, su patrimonio neto cayó en 5 billones de dólares, o un 10%, debido a la caída de los mercados. El resultado es que los ratios de deuda han empeorado, algo similar a lo que ha sucedido en Reino Unido. Para mejorarlos, los ahorros y las suspensiones de pagos deberán subir - o los gobiernos deberán mantener el ritmo de gasto.
Pero esto no es sostenible. El Fondo Monetario Internacional estima que los países industrializados del G20 van a incrementar sus ratios de deuda pública / producto interior bruto en catorce puntos porcentuales este año, y otros diez en los próximos cuatro. Y si no se recupera el ritmo de crecimiento, habría que añadir otros once puntos porcentuales. Pronto, los Tesoros de cada país se verán sin margen fiscal, y los mercados castigarán a los que más gasten -como ya han hecho con "superendeudados" como Grecia. Y entonces, serán los Gobiernos los que tendrán que reestructurar sus balances.
¿Habrán arreglado los hogares sus propias finanzas cuando ese momento llegue? Si no lo han hecho, no va a quedar mucho más en los cofres del Estado para ayudarles. Para que los hogares estén bien preparados para ese momento, el ahorro debe subir, y el gasto debe caer. En cualquier caso, una recuperación económica sostenible no está ni mucho menos garantizada.