2009/04/07

El euro y la Europa del este

por Lex. Financial Times

Una nueva divisa es la bala de plata que supuestamente acaba con todos los males económicos. Panamá, El Salvador y Ecuador tienen el dólar; Montenegro y Kosovo cuentan con el euro.

Ahora, se ha sugerido que los miembros centroeuropeos de la UE que no pertenecen a la eurozona podrían adoptar también el euro de forma unilateral. El Fondo Monetario Internacional considera que esto podría ayudar a prevenir una crisis regional de tal severidad que obligase en cualquier caso a adoptar el euro. Mejor adelantarse a lo inevitable y optar por el euro ahora.

Sin embargo, resulta difícil dilucidar sus posibles efectos duraderos. El principal problema de la Europa del este es su deuda exterior. Cerca del 60% de todos los créditos húngaros están denominados en divisas extranjeras; en el caso de Letonia y Estonia esta cifra asciende a casi el 100%. La adopción del euro podría ayudar a la región a refinanciar los 413.000 millones de dólares (305.987 millones de euros) que vencerán este año, al imposibilitar una devaluación. Esto reduciría la necesidad inmediata de la región de fondos del FMI. Pero ese es todo. El problema de la deuda seguiría existiendo, sólo que denominado en otra divisa.

Una nueva divisa no es garantía de estabilidad. En todo caso, hace que la gestión adecuada del resto de políticas cobre más importancia. Un país que adopte el euro sólo podrá incrementar sus reservas de dinero aumentando las exportaciones o las entradas de capital.

Como ninguno de ellos nada actualmente en la abundancia, son necesarios otros ajustes dolorosos. Esto requeriría una flexibilidad de la que carece la mayor parte de la región –excepto, tal vez, los estados bálticos–. Cuando Ecuador adoptó por primera vez el dólar, por ejemplo, se le comparó con una mujer optimista pero con sobrepeso que había comprado un vestido dos tallas más pequeño. Ecuador aún sigue luchando por entrar en ese vestido.

Existen cuestiones técnicas que habría que resolver –como el tipo de cambio que empleasen a la hora de adoptar el euro–. También surgirían problemas políticos. La adopción unilateral del euro podría amenazar la integridad del tratado de Maastricht y reducir aún más la credibilidad del conjunto de la eurozona. En cualquier caso, las reformas económicas que requeriría la adopción del euro pueden hacerse a través de programas respaldados por el FMI –que dispone ahora de más fondos–, que además harían el proceso menos doloroso. La adopción del euro no es ninguna panacea.

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