Berlín parece decidido a limpiar el sector bancario alemán. La filtración el lunes –antes de la reunión entre Peer Steinbrück, el ministro de Finanzas, y los máximos mandatarios de los siete Landesbanken (los bancos de los gobiernos regionales)– de un listado del regulador BaFin con los bancos que cuentan con activos tóxicos en sus balances, por valor de 816.000 millones de euros, fue muy oportuna.
Pese a que el gobierno y el BaFin han asegurado que la lista podría inducir a errores, los extraordinarios datos –proporcionalmente más altos a los cálculos comparables del Fondo Monetario Internacional con respecto a los bancos estadounidenses, para los que la cifra alcanzaría 1,6 billones de dólares (1,2 billones de euros)– ponen de relieve la urgente necesidad de que Alemania cree al menos un “banco malo” con garantía estatal para hacerse cargo de estos activos y recuperar la economía.
Los Landesbanken difícilmente se hayan cubierto de gloria. Ante sus ansias por diversificarse más allá del riesgo regional, absorbieron cantidades ingentes de créditos dudosos extranjeros. Si el listado está en lo cierto, su exposición es sorprendentemente alta. Por ejemplo, según el documento, HSH Nordbank contaría con activos tóxicos por valor de 105.000 millones de euros.
Esta cifra supera los 101.000 millones de euros de Commerzbank, pero palidece ante los 268.000 millones de euros de Hypo Real Estate, que pronto será nacionalizado. Deutsche Bank, que se ha opuesto a usar un banco malo, podría ser el único banco alemán que sobreviva intacto a la crisis con “sólo” 21.000 millones de euros en activos dudosos, un dato que el banco cuestiona.
Al reprochar a los Landesbanken la pésima estructuración de su exposición crediticia, es posible que Berlín quiera ceder un control parcial juntando los activos dudosos en un único banco malo, avalado por el gobierno federal.
Un modelo alternativo es el de WestLB, que se dividió en dos el año pasado, colocando los activos tóxicos en un banco malo garantizado por sus accionistas regionales. La consolidación de los bancos privados alemanes, con una fuerte exposición a la Europa del este, ya se ha producido a través de la absorción de Commerzbank de la cartera de créditos de Dresdner. HVB, por su parte, ha pasado a manos de Unicredit, la entidad italiana. En pleno año electoral, la canciller Angela Merkel parece estar rematando el trabajo, unificando lo que aún resta.
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