Por Marcus Walker, Vanessa Fuhrmans y John Stoll
BERLÍN—Políticos alemanes reaccionaron el miércoles con una mezcla de molestia e incredulidad tras la decisión de General Motors Co. de cancelar la venta de su división europea. El fracaso de la operación, que estaba casi cerrada, le propina a la canciller alemana Angela Merkel su mayor revés político desde que ganó la reelección en septiembre.
Merkel batalló durante meses para orquestar la venta de Opel al proveedor de autopartes canadiense-austríaco Magna International y su socio ruso Sberbank, y había ofrecido miles de millones de euros en financiación estatal a cambio de promesas de proteger a las fábricas alemanas.
La decisión de GM de quedarse con Opel y emprender una reestructuración que podría implicar mayores pérdidas y cierres de plantas en Alemania, tomó por total sorpresa a Merkel, según fuentes al tanto.
El vocero de la canciller alemana calificó la medida de GM de sorprendente y decepcionante. Su ministro de Economía, Rainer Brüderle, la tildó de "completamente inaceptable".
El fracaso de la venta de Opel es una derrota personal para Merkel y su equipo más cercano, quienes trabajaron "cientos de horas" en el caso de Opel durante los últimos 12 meses, según un alto funcionario alemán.
El anuncio, realizado en la tarde del martes, se produjo en un momento embarazoso. Merkel se encontraba en Washington, donde acababa de reunirse con el presidente estadounidense Barack Obama y pronunciar un discurso que tuvo una cálida recepción ante una sesión conjunta del Congreso. Durante sus reuniones, Merkel no recibió ninguna indicación de que GM, que es controlada por el gobierno de EE.UU., estaba a punto de dar marcha atrás en el acuerdo.
Fritz Henderson, presidente ejecutivo de GM, le informó a la delegación de la canciller que el pacto con Magna había sido cancelado poco antes de que Merkel se subiera al avión para regresar a Alemania. A Merkel no le gustó la noticia, según uno de sus allegados.
La Casa Blanca, por su parte, tomó distancia al decir que no había estado involucrada en la decisión de forma directa. "Las decisiones de negocios de GM son realizadas por la cúpula ejecutiva de la empresa y no por la Casa Blanca", les dijo a los periodistas el vocero Robert Gibbs.
La solicitud de asistencia financiera que se prevé que GM presentará ante el gobierno alemán es un dolor de cabeza para la canciller, afirman observadores políticos. O Alemania financia los controvertidos planes de reestructuración de GM, o se niega a otorgar la ayuda y se arriesga a ver cómo Opel cae en la insolvencia, lo que potencialmente podría costar más empleos y votos.
El dilema es especialmente agudo en Renania del Norte/Westfalia, el más poblado de los 16 estados de Alemania, donde los planes de GM podrían conducir al cierre de una planta en la ciudad de Bochum. El tema es delicado para el aliado conservador de Merkel, el premier del estado, Jürgen Rüttgers, quien necesita los votos de los sectores sindicales para obtener la reelección en mayo de 2010.
La pérdida del estado le quitaría a la alianza de centro-derecha encabezada por Merkel su mayoría en la cámara alta del Parlamento alemán, lo que pondría en riesgo la capacidad del gobierno para aprobar leyes económicas clave, como su política característica de recortes al impuesto a las ganancias.
Si bien numerosos políticos alemanes rechazaron la decisión de GM el miércoles, Rüttgers fue especialmente mordaz, al decir que el giro de 180 grados que dio la automotriz estadounidense "demuestra la cara negativa del turbo-capitalismo", y promete dar la pelea por la planta de Bochum.
Voceros afirmaron que no sabían si el gobierno alemán accedería a la petición de ayuda financiera por parte de GM y agregaron que Alemania tendría que estudiar las propuestas de GM. Se prevé que la automotriz estadounidense les pida a los gobiernos europeos de países en los que hay plantas de Opel o de Vauxhall unos 3.000 millones de euros para reestructurar las operaciones. Alrededor de 2.000 millones de euros de esa suma provendrían de Alemania, esperan ejecutivos de GM.
Merkel, no obstante, es sumamente escéptica ante la posibilidad de entregarle dinero de los contribuyentes a Opel sin un nuevo dueño, según una persona al tanto. La canciller rechazó los primeros pedidos de ayuda de Opel hace un año porque no encontró la forma para asegurarse de que, en la práctica, el dinero de los alemanes no terminara por subsidiar a GM en EE.UU., afirmó esta fuente.
Los ejecutivos de GM confían que aún pueden conseguir el respaldo financiero de Alemania. John Smith, el principal ejecutivo a cargo de la reorganización de Opel, indicó en una conferencia telefónica el martes que la automotriz contempla revisar un plan "muy pronto" para luego presentarlo a los sindicatos y los gobiernos europeos.
"Si les gustaba el plan de Magna, también les va a gustar el de GM", dijo Smith. "Son planes muy parecidos".
Una similitud con la propuesta de Magna es que GM contempla unos 10.000 despidos en Europa, equivalente a cerca de 20% de la fuerza laboral.
GM evalúa mantener una versión más reducida de la planta de Bochum, aunque cerraría las de Amberes, en Bélgica, y suspendería las operaciones de la de Eisenach, en Alemania.
En otra señal de que GM está deseosa de hacer las paces con Alemania, Smith manifestó el miércoles que Opel ya había pagado cerca de una tercera parte del préstamo puente de 1.500 millones de euros que Alemania le concedió a comienzos de año. "Podemos pagar el crédito puente y lo haremos", dijo.
Fuente: WSJ