La banca ya no está tan sedienta de liquidez y comienza a mostrar síntomas de confianza. El Banco Central Europeo (BCE) celebró ayer su segunda subasta de liquidez a un año de su historia, dentro del paquete de medidas de emergencia que la institución monetaria ha puesto en marcha para apoyar al sistema financiero.
Sin embargo, pese a que podían pedir todo el dinero que desearan y con una tarifa plana del 1%, las entidades solicitaron mucho menos de lo previsto por los expertos y un importe seis veces inferior a la macroinyección que se realizó en junio.
Un total de 589 bancos de la eurozona captaron ayer 75.241 millones de euros. “El importe se ha situado cerca del mínimo del rango que estimábamos de entre 70.000 y 240.000 millones, lo cual es una muestra de que los bancos no están tan mal y ratifica que lo peor ya ha pasado”, explica Antonio Villarroya, estratega de renta fija de Merrill Lynch. El consenso de analistas de Reuters esperaba una media de 135.000 millones, y el de Bloomberg se situaba en 137.500 millones.
Se trata de un cambio radical con respecto a la situación que se vivió en junio. El 24 de ese mes, el BCE inyectó 442.000 millones de euros, el mayor volumen de la historia mediante una operación en la que participaron 1.121 bancos, casi el doble que ayer. “Esto muestra que el sistema financiero se está curando poco a poco (y necesita menos extra de liquidez para funcionar)”, añade Laurent Fransolet, analista de Barclays Capital.
Tras la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, el BCE inició la barra libre de liquidez, a un tipo fijo que coincide con el tipo de interés oficial, y alargó los plazos de las subastas para aliviar las tensiones. Uno de los principales objetivos que busca el banco emisor es que la banca vuelva a prestarse dinero entre sí en el mercado interbancario y que esa liquidez fluya hacia la economía real, algo que por ahora parece que no está ocurriendo.
“El interbancario no funcionará con normalidad hasta que el sistema deje de estar excedido de liquidez y hasta que el BCE no aproxime los tipos de sus subastas a tipos próximos de mercado”, explica José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
La facilidad de depósito, una cuenta remunerada que el BCE pone a disposición de la banca para que deposite su excedente de liquidez a un día, permanece en niveles muy elevados, por encima de 100.000 millones. Esto significa que la banca prefiere todavía guardar el dinero en la hucha del BCE a cambio de un tipo del 0,25%, en vez de prestárselo a otros bancos a un interés más alto.
Tras los resultados de la subasta, no obstante, “costará menos volver a ese equilibrio”, añade Díez. El eonia, por ejemplo, que es el tipo al que prestan los bancos a un día, se sitúa actualmente en el 0,35%, y en una situación normal debería acercarse al tipo de interés oficial.
Las entidades tienen menos alternativas para invertir
La escasez de oportunidades para invertir dinero en activos de bajo riesgo, con los que sacar tajada acudiendo a las subastas del BCE explica también por qué la banca ha demandado menos liquidez de lo previsto en la subasta de ayer. “Si la banca no presta ese dinero, entre otras cosas, porque hay menos demanda de crédito, no puede sacar un margen, y debido a la mejora de los diferenciales, las inversiones son menos atractivas si no se quiere asumir riesgos”, explica Antonio Villarroya, de Merrill Lynch.
El BCE le pide a la banca una garantía a cambio del préstamo que le otorga. La banca compraba los activos más seguros, como la deuda pública o las cédulas, y los usaban como aval en las subastas. Esa deuda les rendía más de un 3%, mientras que el BCE presta al 1%, lo que permitía sacar un margen importante.
Por otro lado, la banca cuenta en estos momentos con más alternativas de financiación, debido a la mejora de los mercados. Pueden emitir deuda a precios más baratos, por lo que ya no dependen tanto del BCE para satisfacer sus necesidades de liquidez.
Fuente: Expansión