Por Alex Frangos y Alison Tudor
El nuevo gobierno de Japón ha visto cómo el yen se ha apreciado contra el dólar sin tomar medidas, en una apuesta a que un yen fuerte podría impulsar la demanda interna y reducir la dependencia del país de las exportaciones.
El viernes, la moneda japonesa superó la simbólica barrera de los 90 yenes por dólar, su punto más fuerte desde febrero y casi 30% por encima de su nivel anterior a la crisis.
Pero el nuevo gobierno japonés del primer ministro Yukio Hatoyama ha desestimado los llamados a intervenir, a diferencia de años anteriores, cuando el Banco de Japón vendía yenes y compraba dólares para mantener débil la moneda. Un yen caro perjudica a los exportadores japoneses al encarecer sus productos en el extranjero.
En cambio, los nuevos directores del Banco de Japón ha realizado comentarios que apuntan a que un yen fuerte, que abarata las importaciones, ayudaría a propiciar un muy ansiado repunte del consumo interno que Japón no disfruta desde los años 80. Eso reduciría la necesidad de exportación para impulsar el crecimiento, una dependencia que provocó una crisis cuando el comercio global se vino abajo el año pasado.
Es una idea que se encaja bien con la agenda global delineada la semana pasada por el Grupo de los 20 principales países industrializados y emergentes, consistente en reducir la dependencia de la economía mundial de los consumidores estadounidenses.
El impacto de la política es ya evidente en las tiendas japonesas, con carteles que declaran rebajas debidas al alza del yen sobre bienes importados como bolsos italianos y perfumes franceses.
Fuente: WSJ