Por Bob Davis
Durante años, Joseph Stiglitz ha sido la némesis del Fondo Monetario Internacional. Desde la crisis asiática de hace una década, ha acusado al FMI de empeorar la situación en los países en desarrollo al obligarlos a reducir los déficits fiscales en medio de recesiones, en lugar de ayudarlos a implementar políticas expansionistas. Sin embargo, este premio Nobel de economía y autor detecta un cambio en la conducta del Fondo. Stiglitz analizó sus posturas con The Wall Street Journal durante la reunión anual del FMI en Estambul.
WSJ: ¿Cuál fue la parte más significativa de la reunión del FMI?
Stiglitz: La afirmación contundente que hizo [el director gerente Dominique] Strauss-Kahn de que las consecuencias de una retirada [del estimulo fiscal] son asimétricas. Si se hace demasiado pronto, los costos son muy altos en comparación con si se espera demasiado. Y su afirmación de que deberíamos esperar hasta que el desempleo se reduzca por un tiempo suficiente [antes de empezar a retirar el estímulo]. Se trata de un cambio respecto a lo que el FMI ha propugnado históricamente. Ahora está diciendo que cree en la economía keynesiana, que el estímulo funciona y que le preocupa el desempleo.
WSJ: Uno de los temas que generaron mayor discusión en la reunión del FMI fue la idea de Strauss-Kahn de convertir al Fondo en una suerte de banco central global, un prestamista de última instancia para países. Parte de su idea era animar a los países a reducir sus reservas en moneda extranjera. ¿Qué opina?
Stiglitz: Me sorprendió lo mucho que se habló [en Estambul] de las reservas globales...las reservas son importantes. Si los países mantienen grandes cantidades de reservas, ese dinero no está siendo gastado. Cuando decimos que necesitamos más demanda global, una manera evidente de resucitar esa demanda es arreglar el sistema de reservas globales.
WSJ: ¿Le pareció que la propuesta de Strauss-Kahn era la adecuada o tiene algo diferente en mente?
Stiglitz: Es sólo el principio del debate. El argumento es que si los países pudieran acudir a su amable banco local —el FMI— cuando necesiten dinero, tendrían menos necesidad de apuntalar sus reservas.
El problema es que si uno va a deshacerse de este seguro, que es lo que acumular reservas viene a ser, y trasladarse a una cooperativa aseguradora a través del FMI, tiene que estar convencido de que cuando necesite el dinero, el FMI lo proveerá sin condiciones. Pero el FMI en el pasado siempre ha operado con mucho más recato...
Incluso los países cuyas políticas son consideradas buenas [por el FMI] saben que sus futuros gobiernos podrían no ser bien considerados. Uno no quiere acabar en una situación en la que no ha acumulado reservas y no se lleva bien con el FMI.
Es poco probable que los países tengan la suficiente confianza en este nuevo seguro colectivo para dejar de lado su deseo de tener un seguro.
WSJ: ¿Tiene una idea mejor?
Stiglitz: Hay varias ideas mejores que se aproximan más a lo que [John Maynard] Keynes quería cuando fue a Bretton Woods [donde se crearon el FMI y el Banco Mundial]. La estructura básica es algo así: los países del mundo se reúnen y deciden emitir una nueva moneda de reserva global que se podrá cambiar a sus monedas.
Cada año emiten cierta cantidad de esta reserva, que representa por ejemplo la mitad de lo que los países colocarían normalmente en reservas. Así que en lugar de tener que no gastar para acumular reservas, los países más pobres obtienen fondos que colocan en sus reservas y que pueden usar cuando quieran, a su conveniencia.
Le voy a dar una metáfora. Imagine que debajo del edificio del FMI se descubre una mina de oro. Cada año produce US$600.000 millones en oro. Entonces el FMI tendría que decidir a quién mandarle el oro. Digamos que había un sentido de justicia social y que lo distribuyen sobre todo a los países pobres.
Ahora los países tienen oro en sus reservas y no tienen que retirar parte de sus ingresos. Un poco más tarde a alguien se le ocurre que en realidad no hay que entregar el oro, sino sólo algunos trozos de papel que dicen que debajo del FMI hay oro del que usted es propietario. Entonces uno se da cuenta de que en realidad no importa que haya oro debajo del FMI, mientras la gente esté dispuesta a intercambiar sus pedazos de papel por otros pedazos de papel llamados euros o dólares.
WSJ: ¿No se necesitaría otra institución para distribuir estas nuevas reservas si no hay suficiente confianza en el FMI?
Stiglitz: A diferencia de [las prácticas del] FMI, no se podrá condicionar la entrega [de fondos]. [La institución] probablemente no podría llamarse FMI. Pero eso es menos importante que el tema más amplio de crear nuevas reservas y el carácter automático de la distribución.
WSJ: Sus comentarios suenan mucho más positivos acerca del FMI.
Stiglitz: Deberían recibir reconocimiento por no repetir los errores que cometieron durante la crisis asiática. Strauss-Kahn está presentando la institución de manera muy diferente. Están actuando de manera más abierta. Sin embargo, el FMI propugna políticas macroeconómicas contraccionarias en muchos de sus programas, tal vez en la mayoría. Hay ansiedad [en los países deudores]. Varios... se quejan de que se los está presionando para retirar sus estímulos.