Por Ana Nicolaci da Costa
BRASILIA, sep 10 . - Las estrictas normas del sector bancario de Brasil, una vez consideradas onerosas, son vistas repentinamente como admirables en momentos en que el Grupo de los 20 busca fortalecer las instituciones financieras frente a futuras crisis.
Entre los objetivos de la cumbre del G-20 del 24 y 25 de este mes en Pittsburgh está continuar su llamado a endurecer la supervisión de firmas financieras clave, luego de que la crisis financiera global mostró el peligro de una regulación laxa.
El sistema financiero de Brasil, que afrontó la crisis sin las grandes bancarrotas y nacionalizaciones de bancos que reformularon el capitalismo en el mundo desarrollado, podría ser visto como un modelo prometedor por el grupo de potencias emergentes y desarrolladas.
La fuerte presencia de la banca pública en Brasil aportó un colchón de liquidez en el momento en que los bancos privados eran reacios a dar préstamos.
El relativamente subdesarrollo de los mercados hipotecarios y de crédito del país también significó que las instituciones financieras estuvieran menos expuestas a productos financieros oscuros que llevaron al sistema financiero global al extremo.
Pero los analistas dicen que los estrictos requerimientos de capital y amplia supervisión del Banco Central en Brasil fueron especialmente importantes para ayudar a proteger el sistema bancario.
"Los bancos brasileños están saliendo bien por la fuerte regulación del sistema financiero, que evitó una crisis de liquidez en los mercados locales y problemas de solvencia", dijo Ceres Lisboa, analista de la agencia de calificación de crédito Moody's Investors Service en Sao Paulo.
"Brasil puede servir hoy como ejemplo de regulación de banca", agregó.
REGLAS DURAS
Las estrictas reglas bancarias de Brasil datan de la segunda mitad de los años 1990, luego de que una serie de crisis llevaron al país a adoptar una versión más rigurosa de las normas internacionales.
Durante la crisis de crédito del año pasado, los más duros estándares significaron que los bancos brasileños se beneficiaran de los mayores requerimientos de capital.
Los acuerdos Basilea II, una referencia para las normas de la banca internacional, recomendaron que los bancos financiaran un mínimo del 8,0 por ciento de sus activos juzgados en riesgo con capital patrimonial o deuda subordinada.
Para las instituciones financieras brasileñas, ese mínimo es un más exigente 11 por ciento y en la práctica algunos tienen un respaldo de capital mayor.
Brasil también tiene una más estrecha definición de lo que constituye capital. Los bancos de Estados Unidos y Europa tuvieron problemas porque podían usar un híbrido de valores y deuda soberana -cuyo valor cayó bajo severa presión durante la crisis- para alcanzar hasta la mitad del capital requerido.
La relativamente conservadora composición de las carteras de los bancos brasileños significó que tales formas de capital fueran raras para comenzar. Incluso si los bancos quisieran incluir instrumentos híbridos en su capital, necesitaban autorización del Banco Central.
A diferencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, cuya autoridad de reglamentar fue limitada a instituciones depositarias, el Banco Central brasileño ya tenía autoridad para controlar las actividades de firmas que toman riesgos.
Eso incluye el tipo de formas de desequilibrio en balances usados por muchas corredurías estadounidenses y europeas para mantener activos con pérdidas fuera de sus libros.
"El hecho de que Brasil tiene muy regulado su sistema bancario ayudó en este momento de crisis, pero el principal factor es que el Banco Central tiene una visión muy amplia del sistema bancario", dijo Milena Zaniboni, analista de Standard & Poor's en Sao Paulo.
Los altos requerimientos de encaje de Brasil, criticados frecuentemente por contener la expansión del crédito y el crecimiento, también fueron clave en ayudar a los mercados de crédito durante la crisis.
El Banco Central pudo asegurar liquidez aliviando los requisitos, mientras las autoridades de otros lugares debieron inyectar grandes montos para mantener el sistema a flote.
MEJORA DE ESTANDAR GLOBAL
Brasil no estuvo a prueba de balas. La economía entró en recesión en el primer trimestre de este año y grandes compañías como el procesador de alimentos Sadia sufrieron grandes pérdidas con apuestas erradas a derivados cambiarios.
Los analistas dicen que los reguladores tendrán en la reunión del G-20 que elegir y mezclar regulaciones de varios países para mejorar el estándar global. El grupo todavía debe desarrollar detalles como hasta dónde se elevarán los niveles de requerimientos de capital para los bancos.
Ahora que la importancia de las economías emergentes ha sido ampliada por la crisis y algunos obtuvieron un asiento en el influyente Foro de Estabilidad Financiera, países como Brasil pueden ayudar a reestructurar las reglas.
Algunos temen que si los países desarrollados se empantanan en cambios en las regulaciones bancarias, el impulso pos-crisis se perderá y el sistema permanecerá vulnerable hasta otras caídas.
"La regulación hizo una gran diferencia (para Brasil)", dijo Gustavo Loyola, un ex presidente del Banco Central brasileño y ahora socio de la consultora Tendencias de Sao Paulo.
"Ahora es el momento para que esos mercados desarrollados que se pensaban ligeramente inmunes a este tipo de crisis tengan cierta humildad y adopten los parámetros que adoptó Brasil", agregó.
(Editado en Español por Luis Azuaje)
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