Durante años, BBVA ha vivido a la sombra de Santander, el mayor banco de la eurozona en capitalización de mercado. Analistas e inversores siempre han considerado al segundo el más vigoroso e intrépido de los dos; hay quien cree que BBVA fue asumiendo injustamente la fama de un trabajador diligente, pero lento.
El anuncio ayer por parte de Santander de intentar volver a comprar 16.500 millones de dólares de bonos titulizados, con descuentos de hasta un 39%, parecía recordar, una vez más, esta diferencia.
La experiencia ha demostrado que Santander sabe aprovechar con más rapidez que la mayor parte de sus competidores las oportunidades. Donde Santander entraba pisando fuerte, en Reino Unido, por ejemplo, BBVA se contenía. En 2004, su presidente, Francisco González, excluyó intencionadamente el mercado de su mapa de ambiciones, poco después de la opa de su competidor sobre Abbey. Tampoco mostraba González mucho entusiasmo por crecer en Europa continental: el interés que tuvo en una ocasión se desvaneció cuando BBVA se vio obligado a retirarse de la batalla por el control de la italiana Banca Nazionale de Lavoro, en 2005.
En opinión de Ronit Ghose, analista de Citi, “en términos de banca pura, Santander y BBVA siempre han tenido bastante en común. Los dos se centran en la banca comercial. Sin embargo, si nos referimos al crecimiento a nivel global, Santander parece haber sellado casi todos los acuerdos que se ha propuesto, empezando por Abbey. Antes de ese momento, las dos eran sólidas entidades con fuerte presencia en América Latina”.
El hecho de que Santander ganara el año pasado la batalla por el control de ABN Amro sólo sirvió para meter más el dedo en la llaga, al consolidar su presencia en el mercado brasileño. Por si fuera poco, la entidad que preside Emilio Botín se hizo el año pasado con Alliance and Leicester y con las oficinas y depósitos del Bradford and Bingley, en el mercado financiero británico, y con el 75% de Sovereign Bancorp, la maltrecha entidad crediticia de EEUU a un precio irrisorio.
Los analistas, aunque no siempre convencidos de la estrategia de compras de Santander, seguían criticando la falta de diversidad geográfica de BBVA y su excesiva exposición a los turbulentos mercados español y mexicano. Aunque las dos entidades han salido inmunes de la crisis global, una vez más, Santander parecía mostrar más habilidada a la hora de detectar oportunidades.
Sin embargo, la compra por parte de BBVA de la deteriorada entidad texana Guaranty Financial pone de manifiesto que el segundo banco de España también es capaz de aprovechar las ocasiones que surgen de la crisis. Dado que buena parte del riesgo lo asumirá la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, el acuerdo permitirá a BBVA crecer a partir de esta operación mediante una serie de adquisiciones que comenzaron en 2004 e incluyeron la compra de Compass Bancshares en 2007. Con un coste mínimo, esta última compra consolida la posición de la filial de BBVA, Compass, al sur de EEUU, y lo convierte en la décimoquinta entidad comercial del país.
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