Por E.S. Browning
Después de tres meses de entusiasmo, los inversionistas empiezan a mostrar dudas sobre las perspectivas del crecimiento global.
Las acciones y las materias primas industriales cayeron el lunes en Europa y Estados Unidos, en medio de los crecientes temores de que los precios se habían disparado más allá de las expectativas realistas para la economía mundial.
El Promedio Industrial Dow Jones cayó 200,72 puntos, un 2,35%, para quedar en 8.339 unidades, y acumula un descenso de 5% en las últimas seis jornadas. La baja del lunes constituyó su mayor declive en puntos y porcentual desde el 20 de abril y desembocó en su cierre más bajo en casi un mes.
En los tres meses hasta el 12 de junio, el Dow subió 34%.
Ahora, las inversiones que habían sido favorecidas por sus lazos con la economía global están siendo golpeadas. Entre estas figuran el cobre, el petróleo, las empresas relacionadas a los commodities, los bancos y algunas bolsas emergentes.
Los futuros del cobre, que habían trepado 95% desde fines de diciembre, cayeron 5% el lunes en Nueva York. Los del petróleo, que se habían duplicado desde mediados de diciembre, descendieron casi 4%. El índice Ibovespa de la Bolsa de Sao Paulo, retrocedió 3,7% mientras que el de la Bolsa de Moscú lo hizo casi 5%.
Muchos inversionistas aún creen que habrá un crecimiento robusto en algunos de los países emergentes más dinámicos, como China, pero dudan de que esta expansión sea suficiente en una economía mundial que sigue siendo dominada por Estados Unidos y Europa.
"La economía mundial está funcionando con un solo motor en estos momentos y ese motor es China", dice Jeffrey Kleintop, estratega jefe de mercado de la firma de corretaje de Boston LPL Financial. "La gente dice que China se apresuró al comprar cobre y otras materias primas y tal vez no los usará tan rápido como creía".
Las preocupaciones se acentuaron el lunes tras una advertencia del Banco Mundial de que la economía global se contraerá a una tasa de 2,9% este año, superior a la caída de 1,7% prevista anteriormente por el organismo.
La acción del fabricante de aluminio Alcoa cayó 8,9% y la de U.S. Steel 9%. Los temores sobre el crecimiento global también contagiaron a las acciones financieras, que habían aumentado bastante. Bank of America descendió 9,7% y J.P. Morgan 6%.
Expectativas exageradas
Parte de las compras realizadas desde principios de marzo se había basado en la creencia por parte de muchos inversionistas de que la intervención de los gobiernos había eliminado la amenaza de un escenario catastrófico, como una depresión parecida a la de los años 30. Eso llevó a muchos gestores de fondos a destinar el dinero que tenían en efectivo y bonos del Tesoro estadounidense a la compra de acciones, materias primas y bonos de empresas.
En marzo, cuando comenzó el actual repunte, las expectativas eran tan bajas que las bolsas subieron ante las noticias de que indicadores como la actividad manufacturera o la economía de servicios estaban moderando su caída. Los inversionistas ni siquiera exigían ver signos reales de crecimiento.
Muchas acciones se cotizaban a sus niveles más bajos en más de una década y cuando los inversionistas se acostumbraron a la idea de que estas compañías no iban a quebrar, sus acciones empezaron a parecer baratas.
En su punto más bajo, el índice Standard & Poor's 500, que agrupa a las mayores empresas estadounidenses, se negociaba en unas 10 veces el pronóstico de los analistas para sus ganancias del año siguiente, muy por debajo del nivel promedio de entre 14 y 15 veces de los últimos 30 años. Pero tras crecer 40% en tres meses, el S&P se ubicaba en 14 veces el pronóstico de ganancias y había dejado de ser una ganga.
Al constatar las bruscas alzas en los precios de sus inversiones en un período tan breve, una creciente cantidad de inversionistas decidió vender y hacer toma de ganancias.
Las caídas empezaron en serio el 15 de junio. Algunos analistas empezaron a temer que, hasta que las señales de crecimiento se volvieran más claras, los inversionistas serían renuentes a elevar mucho más las relaciones precio-ganancia. "La recuperación excedió los fundamentos, por lo que no me sorprende ver que esto se desinfle un poco", afirmó Jim Dunigan, director de inversión de PNC Wealth Management, la filial de asesoría en inversión del banco estadounidense PNC Bank.
Aparte de los temores sobre el crecimiento global, los inversionistas también están nerviosos por los comentarios que pueda hacer la Reserva Federal de EE.UU. el miércoles, después de una reunión de dos días, sobre su disposición a seguir inyectando dinero en la economía. El temor es que aún podrían pasar meses antes de que empiecen a aparecer indicios de una recuperación real. En ese entorno, los inversionistas albergan dudas sobre las ganancias de las empresas estadounidenses en el segundo trimestre, que serán divulgadas a partir de mediados de julio.
Los analistas también han empezado a preocuparse por indicios de que el entusiasmo de los inversionistas se está agotando. Desde abril, el volumen diario de transacciones en la Bolsa de Nueva York, por ejemplo, ha estado cayendo y un creciente número de analistas han empezado a advertir que, dada la persistente incertidumbre económica, las acciones podrían registrar fluctuaciones a lo largo de este año, en lugar de reanudar el alza de los últimos tres meses.