Oculto en el informe del tercer trimestre de HSBC estaba el anuncio de que el banco había vendido su negocio de créditos al consumo de EEUU, junto con mil millones de dólares de préstamos, a Santander por 904 millones de dólares (628 millones de euros).
A pesar del discurso sobre las prometedoras tendencias de créditos al consumo, y de los tentadores planes de distribuir más tarjetas de crédito, la realidad es que el banco no puede salir de Norteamérica con la rapidez que quisiera.
Enviar al consejero delegado a Hong Kong forma parte de una historia que comenzó con la decisión a principios de año de deshacerse de dos tercios de su antigua división Household. A los inversores se les hizo creer que se recuperaría la filosofía del banco centrado en mercados emergentes, fundado en 1865, renegando de la estrategia que había adoptado desde la adquisición de Marine Midland de Buffalo hace casi treinta años.
Dejaría de intentar obtener a toda costa beneficios absolutos sacrificando el crecimiento. Aunque todo está por ver, por el momento, HSBC ha sido eclipsado por Standard Chartered, otra entidad británica centrada casi de forma exclusiva en Asia y los mercados emergentes. La rentabilidad anual hasta la fecha de Standard Chartered es cuatro veces superior a la de HSBC.
El diferencial precio/valor contable de los dos bancos se ha ampliado hasta 55 puntos básicos a favor de Standard Chartered, más del doble de la media de los últimos diez años. El ritmo al que HSBC intenta retirarse de EEUU es impresionante. Los créditos que hace dos años ascendían a 168.000 millones de dólares se han reducido a 125.000 millones de dólares.
No obstante, las pérdidas derivadas de esos créditos sólo han caído del 2,7% en el tercer trimestre del año pasado al 2,4% actual. Mientras los beneficios de Standard Chartered de 2009 podrían ser casi un 50% superiores a los registrados en 2006, todos los cálculos apuntan a que HSBC tendrá que esperar hasta 2011 para acercarse a los beneficios netos de 2006.
Fuente: Expansión