Por James T. Areddy
Zhengzhou, China—Los líderes chinos están preocupados de que la enorme expansión económica del país se esté convirtiendo en una excusa para que los proveedores extranjeros inflen los costos de las materias primas. Por lo tanto, esperan usar sus tres bolsas en las que se cotizan futuros de commodities para contraatacar.
Funcionarios del gobierno dicen que China está posicionando sus mercados de futuros para que sean actores importantes en la fijación de precios para metales, energía y bienes agrícolas. Al permitir que el mundo sepa en cuánto valoran sus compañías e inversionistas los bienes, China espera estar menos a la merced de los mercados en otras partes del globo.
"Es cierto que tenemos una meta a largo plazo de aumentar nuestra influencia en términos de precios, pero para hacerlo tenemos que crear condiciones y hacerlo paso a paso", dijo en una entrevista Jiang Yang, jefe de diseño de políticas de la industria de futuros y vicepresidente de la junta de la Comisión Reguladora de Valores de China. "Pero como dicen los occidentales: 'Roma no se construyó en un día'".
El peso del crudo
El año pasado, China gastó US$130.000 millones en la importación de petróleo. A nivel global, el crudo es el recurso natural más negociado y China es el segundo importador después de Estados Unidos. El contrato para el petróleo dulce ligero (que se puede refinar fácilmente) es el más negociado del mundo en la Bolsa Mercantil de Nueva York y, por lo tanto, el mecanismo dominante para fijar el precio global.
Pero a partir del próximo año, la Bolsa de Futuros de Shanghai podría empezar a transar su propio contrato de crudo, probablemente siguiendo el modelo del contrato de referencia de Nueva York, según fuentes cercanas. Eso les daría, por primera vez, a los chinos un papel directo en la valoración del bien básico. "Estamos pensando de forma activa en el crudo ahora", dijo una persona al tanto de los planes.
El surgimiento de grandes mercados de acciones, bonos y commodities en una China comunista es una de las señales más evidentes de la acogida del sistema capitalista en las últimas décadas. En el mes en que se cumple el 60 aniversario de la fundación de la República Popular, China celebra su auge como superpotencia económica. Beijing está cada vez más dispuesta a hacer sentir su influencia al proponer un replanteamiento del sistema cambiario global, de las instituciones multilaterales y de las negociaciones de libre comercio.
Pese al rápido avance de los mercados chinos de futuros, todavía no constituyen una amenaza inmediata para las gigantescas bolsas de Nueva York, Chicago y Londres, que establecen los precios de referencia para la mayoría de las materias primas. De momento, estas bolsas en ciernes están en su mayor parte cerradas a los inversionistas extranjeros y las entidades controladas por el gobierno suelen ser sus mayores corredores, una receta que hace difícil pensar en un mercado global.
En el mejor de los casos, la aparición de grandes mercados de futuros en China podría darles a las empresas y a los especuladores del país un papel más influyente, aunque no el control, a la hora de determinar los costos globales junto a los corredores en los mercados occidentales.
Beijing, sin embargo, cree que al respaldar la expansión de grandes mercados de futuros mejora la seguridad económica de China al proclamar lo que el mayor consumidor del mundo considera un precio justo para algunos commodities.
Para el resto del mundo, los precios que emergen de China podrían reducir la incertidumbre sobre sus hábitos de compra, posiblemente reduciendo, como resultado, la volatilidad en los mercados globales.
Una lista cada vez más amplia de 21 materias primas comerciadas en las bolsas de China incluye algunos de los bienes que la economía de mayor crecimiento importa en grandes cantidades. El país compra 10% de todo el crudo, 30% del cobre y 53% de la soya que se producen en el mundo, según Barclays Capital.
Los futuros son contratos negociados en una bolsa que fijan un precio para comprar o vender azúcar, cobre, petróleo y muchos otros commodities con un día, mes o año de antelación. Los costos de los alimentos, la energía y las materias primas se determinan en bolsas de futuros, lo que afecta desde el precio de un automóvil en un concesionario al de una hamburguesa en un restaurante de comida rápida.
Hace una década, los mercados de futuros de China, incluyendo la Bolsa Mercantil de Commodities de Zhengzhou, en las riberas del Río Amarillo, operaban como grandes casinos dedicados a la compraventa de productos extraños como los frijoles mungos. Después de ingresar a la Organización Mundial del Comercio, en 2001, las autoridades reformaron los mercados de futuros, que empezaron a transar bienes más ligados a la economía real, como el algodón, la soya, el cobre y el caucho.
Pese a los grandes volúmenes con que opera China, sus mercados de futuros ofrecen un acceso muy limitado a los inversionistas extranjeros. En contraste, la Bolsa de Metales de Londres dice que el 95% de sus negocios provienen del extranjero.
General Motors Co., Ford Motor Co. y Tyson Foods Inc. son algunas de las compañías que utilizan los contratos a futuro en EE.UU. para protegerse de de la volatilidad en los precios de las materias primas. Pese a la expansión en la producción de China, ninguna ha accedido a sus mercados.
El lugar de ello, los jugadores de mayor peso en los mercados de futuros de China son grupos estatales, en particular el corredor de commodities Cofco Corp. y la Oficina Estatal de Reservas Materiales, el hermético organismo del gobierno encargado de acumular inventarios. Eso significa que, en la práctica, el gobierno es al mismo tiempo un actor en el mercado y su supervisor.
Fuente: WSJ