2010/02/04

La economía francesa

por Lex column

Francia se está acostumbrando a una vida tranquila. La crisis allí fue relativamente moderada, y los problemas de las finanzas públicas del sur de Europa está distrayendo la atención de la segunda mayor economía de la eurozona. Apenas hubo comentarios esta semana cuando París presentó a Bruselas su propio plan de reducción del déficit.

Sin embargo, Francia tiene algunos aspectos en común con sus vecinos del sur. También está perdiendo competitividad: el coste laboral por trabajador no ha sufrido variaciones en Alemania durante la última década, pero en Francia ha subido un 17%, y en el caso de España un 27%. Los datos del paro no son tan malos como los del sur europeo, pero alcanzan los dos dígitos.

Entretanto, el deficit estructural y los costes de la lucha contra la crisis han contribuido a acumular una alta deuda, próxima al 85% del producto interior bruto (PIB) –similar a la de Portugal y mayor que la española–. Fitch calcula que Francia tendrá que obtener fondos por valor de 450.000 millones de euros este año, más que ningún otro gobierno en términos absolutos.

Existen también importantes diferencias. Francia comenzó a crecer de nuevo el año pasado, y las previsiones para el PIB en 2010 se han duplicado. A los inversores no parece preocuparles su deuda –los márgenes de los bonos franceses sobre los bonos alemanes son una cuarta parte que en el caso de los portugueses, en torno a 25 puntos básicos–.

El primer ministro, François Fillon, prometió esta semana reducir el déficit antes de 2013 del 8,2% del PIB al límite del 3% impuesto por el Tratado de Maastritch, siempre y cuando el PIB siga creciendo a un buen ritmo. Para ello, habrá que limitar el aumento del gasto público al 1% anual, aunque no se han explicado los detalles.

El mundo debería empezar a prestar atención: aparte de las implicaciones para Francia, el éxito o fracaso en la consecución de sus promesas fiscales será una lección beneficiosa para el sur europeo. Es posible que Francia haya capeado bien la crisis, pero lo que le aguarda ahora será de todo menos tranquilo.

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