2009/12/17

Política monetaria

por Lex Column

Los estudiantes de macroeconomía solían recitar de memoria las ventajas e inconvenientes de los tipos de cambio fijos y variables en sueños. Pero esta década el debate parece haberse tranquilizado. No porque una parte saliera victoriosa: el tema siempre creará divisiones entre los economistas. Más bien porque el boom crediticio alcanzó tanto poder, que por un momento pareció que todos los sistemas económicos del planeta eran sólidos.

Ahora que todo parece ser frágil, vuelven los debates monetarios. La crisis de Dubai ha hecho que los inversores se centren en el tipo de cambio del dólar en los Emiratos Árabes Unidos (UAE, en sus siglas en inglés). Aunque no se debe sólo a este motivo, el boom de activos de los UAE se puede achacar en gran parte a haber importado de EEUU una política monetaria demasiado flexible.

Según Nomura, el dirham se ha devaluado aproximadamente un 10% frente al dólar. Cuando la inflación alcanzó el año pasado los dos dígitos, se pidió una revaluación, pero desde entonces los precios se han enfriado. La clase política tampoco parece interesada en una moneda flexible. De hecho, los estados del Golfo intentan conseguir un bloqueo monetario supraregional para los dos próximos años. Mientras tanto, los temblores de Grecia han despertado los viejos desacuerdos sobre la adhesión a la eurozona.

No obstante, los razonamientos que sostienen que los problemas de Grecia se resolverían con la devaluación del euro son ilógicos. Dado su elevado nivel de endeudamiento, las cosas no harían más que empeorar. Lo cierto es que los problemas de Grecia se derivan de lo que los economistas llaman las 'rigideces reales', imperfecciones en los mercados de trabajo y de capital, que no desaparecen con una mera devaluación.

No obstante, si Dubai y Grecia tienen intención de establecer un bloqueo monetario, deberían tener en cuenta que la credibilidad en este caso es lo más importante. Los UAE deben convencer a los inversores de que se toman en serio la inflación. En cambio, el Gobierno griego tendrá que solucionar su estado financiero cuanto antes. No puede permitir que los mercados piensen que hay un plan B.

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